Período del anonimato
Desde el regreso al Jordán hasta el
regreso a Galilea
Juan 1.29—4.54
Características del
período.
Este período abarca
nueve o diez meses desde finales del invierno a los comienzos del próximo
invierno. Los registros de éste son pocos y fragmentarios. Por esta razón, y
dado el hecho adicional de que Jesús entró a la notoriedad pública en forma
gradual, es que se le llama período del anonimato. Éste transcurrió,
principalmente, en Judea, y estamos en deuda con Juan, por lo poco que sabemos
del mismo. Fue un año de enseñanza, en vez de mucho obrar de milagros, y de
enseñanza en privado y personal, en lugar de discurso público. El ministerio de
Juan continuó, aunque comenzó a menguar ante el poder creciente de la obra de
Jesús (Juan 4.1–3). Los primeros días transcurrieron en Galilea; la porción más
grande del período transcurrió en Judea.
I. EL PRIMER
MINISTERIO EN GALILEA
1. Los primeros
discípulos. Después de la tentación, Jesús regresó al Jordán, para dar inicio a
su histórico ministerio. Allí fue señalado por el Bautista como el Cordero de
Dios. Cinco jóvenes, discípulos de Juan, en parte por el testimonio de éste,
pero sin duda más poderosamente por la enseñanza y personalidad propias de
Jesús, fueron atraídos a su discipulado. Los discípulos de Juan no fueron en un
solo cuerpo a Jesús; sin embargo, durante todo este período, Jesús comenzó a
crecer y Juan a decrecer; y el precursor cuya alma era grande, así lo
consentiría (Juan 3.25–30). Los nombres de estos primeros cinco discípulos no
deberían ser olvidados. Estos son: Juan, Andrés, Pedro, Felipe y Natanael.
2. El primer
milagro. Jesús inmediatamente dejó el bajo Jordán, con los nuevos discípulos
que acababa de encontrar, para ir en una corta excursión a su propia provincia
de Galilea. La ocasión del primer milagro fue una boda en Caná, cerca de
Nazaret. Aquí se encontró con su madre, y llevó a cabo la primera de aquellas
grandes obras que llamamos milagros. Una generosa hospitalidad es una virtud
oriental muy importante; y Jesús evitó una inminente sombra sobre ésta durante
las festividades, cuando convirtió el agua en vino.
“El agua consciente
vio a su Señor y se sonrojó”
Un milagro es un
milagro. Es inútil filosofar acerca de él. Comprendemos su naturaleza en tan
poca medida como comprendemos los procesos ordinarios de la naturaleza. Jesús
mismo fue el más grande los milagros —el milagro moral de las edades. Lo que es
sobrenatural para nosotros era natural para él. Así como Dios es la clave que
explica la creación, Jesús mismo es la clave que explica sus obras milagrosas.
3. Conclusión de su
ministerio galileo. En compañía de su madre y sus discípulos,
Jesús hizo una
visita a Capernaum, la cual después convirtió en el centro de su ministerio en
Galilea. De allí él fue a la capital de la nación, Jerusalén. Así terminó su
primer ministerio en Galilea. El registro, aunque breve, provee dos
interesantes contrastes con el ministerio de Juan: 1) Jesús había de ser un
obrador de milagros; 2) Él se entremezcló con la gente común. Juan era un
recluso, que rehuía los lugares en donde vivían los hombres, que predicaba en
el desierto. El que vino a redimir a la humanidad se entremezclaba, libremente,
con todas las clases, compartiendo la hospitalidad del rico, entrando al hogar
del pobre, pronunciando discursos en la sinagoga y en privado en las casas, en
el desierto solitario y en las bulliciosas orillas del mar, en la aldea
campestre, en la bulliciosa ciudad de mercados, y en la misma ostentosa
capital.
II. EL PRIMER DEL
MINISTERIO EN JUDEA
1. Introducción El
ministerio de Jesús en Galilea había sido, aparentemente, de carácter privado,
y estaba dirigido, principalmente, a confirmar la fe de los discípulos (Juan
2.11). Él ahora entra a la fase de carácter más público de su ministerio, en la
misma capital de la nación. Así, a Judea y Jerusalén y a los gobernantes de la
nación se les dio de primeros, la oportunidad de aceptarlo como el Mesías. No
fue sino hasta que ellos lo hubieron rechazado que él se volvió a la
evangelización de Galilea.
2. La purificación
del templo. El celo por la adoración espiritual, y por la pureza de vida, había
caracterizado a los antiguos profetas. El joven Profeta inicia su obra en
Jerusalén con el mismo espíritu. La necesidad de miles de animales para las
ofrendas, había convertido el atrio del templo en un corral de ganado; a la vez
que había comisionistas negociando con sus clientes en los corredores del
templo mismo. Con la autoridad que siempre revisten las intensas convicciones
morales, Jesús echó los rebaños y a los comisionistas del templo.1 Su valeroso
acto no despertó ninguna simpatía entre los sórdidos gobernantes. Más bien,
provocó la hostilidad en ellos. Jesús, al ser rechazado en la capital, se
retiró a los distritos de la campiña de Judea.
3. La conversación
con Nicodemo. Durante su permanencia en la ciudad, Jesús había dado pruebas de
su condición de Mesías al obrar algunos milagros (Juan 2.23; 3.2; 4.45). Por lo
menos uno de los gobernantes, un fariseo llamado Nicodemo, no compartía la
hostilidad propia de los de su clase. Por la entrevista nocturna de éste, con
el joven Maestro, le debemos uno de los más profundos discursos sobre la
naturaleza espiritual de su reino, que jamás salió de labios de Jesús.2
4. El ministerio
campestre: El último testi1 Esta purificación del templo en la primera Pascua
del ministerio de Jesús no debe confundirse con otra que hizo en la última
Pascua (cf. Mateo 21.12). 2 Es común decir que Nicodemo vino de noche por temor
de los judíos. Es posible pero no probable. Lo poco que sabemos de él más
favorable (cf. Juan 7.50; 19.39). Lo más probable es que vino de noche para
asegurarse de que tendría una entrevista ininterrumpida. monio de Juan. Al ser
echado de la ciudad Jesús se retiró, tal como lo hemos visto, al campo (Juan 3.22).
No hay incidentes que se preserven; pero podemos inferir, de lo que dice Juan
4.35, que Jesús permaneció en Judea ocho meses. Que su ministerio fue
fructífero y creciente, es algo que se muestra en los celos de los discípulos
de Juan (Juan 3.26). Son innumerables las batallas que se han perdido por los
celos de generales. Juan fue vaciado en un molde diferente; y los celos
naturales de sus discípulos proveen la ocasión, tanto para observar un
refrescante contraste de su parte, como para escuchar su último noble tributo
al Mesías, antes de que él mismo tuviera que menguar.
5. Final del
principio de su ministerio en Judea. Juan había sido rechazado por los fariseos
(Lucas 7.30). Ellos estaban aún más llenos de hostilidad en contra del mayor
éxito y mayor nivel de espiritualidad de Jesús. Esta hostilidad de los
fariseos, posiblemente también los celos de los discípulos de Juan, pero por
encima de todo, el hecho de que a Juan se le encarcelara, fue lo que llevó a
Jesús a cambiar de escenario para sus labores; de Judea pasó a Galilea (cf.
Juan 4.1–3; Mateo 4.1–12).
6. La mujer de
Samaria. Samaria, con su despreciada raza, se situaba entre Judea y Galilea.
Los judíos, por lo general, evitaban el pasar hacia el este del Jordán. Pero
Jesús ya estaba muy
lejos, al norte de Judea; además el prejuicio nacional no podía tener cabida en
su seno. Juan ha preservado la conversación con la mujer samaritana. La
maravillosa luz de su vida y palabras ya han llevado convicción a Juan,
Andrés y Pedro, y a
grandes multitudes; pero es significativamente hermoso que la más temprana y
distintiva declaración de su condición de Mesías que se registra, fue hecha a
una anónima mujer de una raza extranjera.
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