domingo, 11 de enero de 2015

EL GRAN MINISTERIO EN GALILEA

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El gran ministerio en Galilea
Desde el regreso a Galilea 
hasta la fiesta de los Tabernáculos


Introducción.:
a. Tiempo y lugar.— Este período abarca cerca de un año y nueve meses —más de la mitad del ministerio de Jesús. En los primeros meses, él hizo una singular visita a Jerusalén. Los últimos seis meses están marcados por una serie de salidas hacia provincias al norte y al este de Galilea. Con estas excepciones, Galilea fue el escenario, y Capernaum el centro, de esta importante porción del ministerio de Jesús.
b. Características.— Fue un período de: 1) Intensa actividad. Estuvo lleno de viajes, de milagros y poder, de discursos en público y de enseñanza en privado, con frecuentes retiros para orar tarde durante la noche o temprano durante la mañana. 2) Popularidad con las masas. Las multitudes de todas partes y clases se asían de sus palabras, eran testigos, o experimentaban en sus propias personas, su divino poder, y así bloquearon su paso por las ciudades al punto que a menudo recurrió a irse al campo abierto. 3) La creciente hostilidad de los escribas y fariseos, y al final, de Herodes Antipas. 4) En los últimos meses, pérdida de la popularidad entre las masas, y consecuentes salidas de Galilea.

I. FASE PRIMERA O PREPARATORIA - HASTA EL SEGUNDO LLAMAMIENTO DE DISCÍPULOS
1. El rechazo en Nazaret (Lucas 4.14–30). Había una aldea en Galilea donde uno creería que, el chico Jesús debía haber sido bien conocido y amado. Fue un año completo, o más, dado que Jesús había salido de Nazaret para ser bautizado. Ahora, él regresaba para ofrecerse a sí mismo, a la fe de los hombres allí, tal como lo había hecho en Jerusalén. Cuando estaba en el camino obró un segundo milagro en Caná al llevar a cabo la sanidad del hijo de un noble (Juan 4.46–54), y es probable que enseñara cuando iba en camino hacia el hogar de su niñez. El resultado, en Nazaret, fue muy parecido al obtenido en Jerusalén. Este joven carpintero, —¿qué derecho tenía él de enseñarles a ellos? Es un triste comentario acerca de la ceguera de los hombres, que el mismo pueblo, en medio del cual Jesús había vivido por treinta años, fuera el primero en buscar la manera de acabar con su vida.
2. Capernaum es escogida (Mateo 4.12–16). Al salir de Nazaret, Jesús vino a Capernaum. Era un bullicioso centro de población y comercio, al noroeste del mar de Galilea, fue bien escogido como el centro de su gran ministerio en Galilea. Por casi dos años, Jesús no pareció haber estado ausente muchas semanas, a la vez. De Capernaum salía a sus giras; y a ella regresaba. Aquí estaba su hogar, si se puede decir de él que tuvo un hogar, en todo este período.
3. Pesca milagrosa y segundo llamamiento de discípulos (Mateo 4.18–22; Lucas 5.1–11). Poco después de la selección de Capernaum, Jesús hizo un segundo y más significativo llamamiento de discípulos. Éste ocurrió en conexión con una pesca milagrosa, la cual impresionó profundamente a todos ellos. Pedro y Andrés, Santiago y Juan eran pescadores. Tres de ellos estuvieron entre los primeros cinco discípulos
(Juan 1.35–42). Este llamado posterior difirió del anterior en dos aspectos: los apegó más permanentemente a Jesús, y fue un llamamiento distintivo al ministerio. Esta reunión alrededor de él, de un cuerpo más permanente de discípulos, las semillas del futuro apostolado, marca el final de la fase preparatoria. 

II. SEGUNDA FASE —HASTA ELNOMBRAMIENTO DE LOS APÓSTOLES
Y EL SERMÓN DEL MONTE
1. Un día de reposo memorable en Capernaum (Marcos 1.21–34). Jesús regresó con sus cuatro discípulos a Capernaum, e inmediatamente entró en un ministerio público, intensamente activo. Entrando a la sinagoga enseñó con tal poder que “todos se asombraron”. Pero lo que les causó mayor asombro fue la sanidad de uno de aquellos desafortunados a los que llamaban endemoniados. Fue el primer milagro de Jesús en Capernaum, y la primera sanidad que se registró, de un endemoniado. Ninguno de sus milagros pareció haber asombrado a la gente más que estas victorias sobre los misteriosos poderes de las tinieblas (cf. Lucas 4.36– 37; 10.17). Éste milagro lo siguió con la sanidad de la suegra de Pedro en la propia casa de ella, y la sanidad de multitudes afectadas en forma variada que fueron traídas por manos cooperadoras después de que el sol se puso y el día de reposo terminó.
2. Una gran gira por Galilea (Marcos 1.35–45). Escapándose muy temprano, la mañana siguiente, con el fin de tener oración en privado, Jesús fue seguido por sus discípulos. Apurándose para evitar la multitud, hizo una gira extensiva por Galilea, predicando por todo lado las buenas nuevas del reino, y sanando una variedad de enfermedades. Toda la región estaba teniendo una fiebre de conmoción; la gente acudía en masas a él, desde toda provincia de Palestina (Mateo 4.24–25). El único milagro que se menciona en detalle fue el de la sanidad de un leproso.
3. La sanidad de un paralítico —Comienzos de la oposición (Marcos 2.1–12).
Por un año completo o más, continuó la popularidad de Jesús con las masas. Pero había rezongos de hostilidad que pronto se empezaron a oír, de los escribas y fariseos, los custodios de las costumbres. La crítica de ellos surgió en conexión con la sanidad de un paralítico. Desde este momento en adelante, hubo espías enviados por las autoridades de Jerusalén y en todo lugar éstos continuaron siguiéndole los pasos a Jesús.
4. El llamamiento y festín de Mateo (Mateo 9.9–13; Lucas 5.27–32).
Otra causa por la que se ofendieron los rangos superiores fue la clase de gente que se reunía alrededor de Jesús. Los publicanos, como todos los de su clase, eran codiciosos y extorsionistas; y, por ser instrumentos del gobierno romano, ellos eran despreciados por los judíos. Uno de éstos, Mateo, o Leví, llegó a ser un discípulo, e hizo un gran
festín para su Maestro, al cual muchos publicanos y pecadores fueron invitados. A la crítica de los fariseos debemos aquellas hermosas palabras que dicen: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento”.
5. La hija de Jairo —el milagro parentético (Marcos 5.22–43). Jesús había demostrado su poder sobre la enfermedad, la naturaleza y los demonios. Todavía faltaba demostrar su poder sobre la muerte. Durante el discurso en el festín dado por Mateo, o después de éste, el principal de la sinagoga de Capernaum vino a interceder a favor de su hija, la cual estaba a punto de morir. A un llamado tal, Jesús jamás prestó oídos sordos. En el camino ocurrió la sanidad de una mujer que tenía flujo de sangre, lo cual ha sido llamado con toda razón, el milagro parentético. Al llegar a la casa de Jairo, encuentran a la pequeña niña que estaba ya durmiendo el sueño de la muerte; pero aquél que vino a redimir del pecado y del sepulcro, le devolvió la doncella, viva y salva, a sus padres.
6. La segunda Pascua (Juan 5.1–47).
Los sinópticos sólo mencionan una Pascua, aquella cuando Jesús fue crucificado. Si la “fiesta” de Juan 5.1, es una Pascua, entonces Juan menciona cuatro, en total. De todas formas, en este momento de su ministerio Jesús visita Jerusalén. El único incidente registrado es la sanidad de un paralítico, sin ayuda, junto al estanque de Betesda. Era un día de reposo, y la crítica de los judíos hizo que se diera el extendido discurso que se menciona en el capítulo quinto de Juan.
7. Más crítica por el día de reposo (Mateo 12.1–14). Cuando estaba de regreso hacia Galilea, los discípulos de Jesús fueron criticados por arrancar espigas y comerlas, el día de reposo. Pudo ser en Capernaum, o en alguna aldea del camino, que Jesús fue criticado por sanar a un hombre que tenía la mano seca, el día de reposo. En este último caso sus enemigos fueron al extremo de hacer planes para matarlo, lo que constituye una llamativa ilustración del formalismo e inutilidad de la religión de ellos.

8. Los doce y el sermón del monte (Mateo 5—7). A pesar de lo poderoso que fue el ministerio personal de Jesús, éste, sin embargo, fue breve. Si su influencia había de ser permanente, debía entonces proveerse de testigos facultados y entrenados, de sus sublimes hechos. Para este propósito, del cuerpo de sus discípulos, Jesús escogió a doce para entrenamiento e instrucción especiales. Luego sigue lo que será conocido para siempre como el sermón del monte. Se trata del discurso en público más extenso de Jesús, que nos ha llegado. Es un resumen sublime de los principios de su reino, y encierra tanto las verdades fundamentales, así como los marcados contrastes, de la ley que fue dada en el Sinaí. Fue pronunciado a los doce y al más amplio círculo de discípulos, pero en presencia de una vasta multitud heterogénea que se había reunido, de gente proveniente de cerca y de lejos. La elección de los doce y el sermón del monte marcaron un punto decisivo en el ministerio de Jesús. Los maestros legales de la nación lo habían rechazado; pero las transacciones de este día en el monte, el reiterado “yo os digo”, era una declaración en público de que un nuevo orden de cosas estaba por empezar.

III. TERCERA FASE —HASTA LA ADOPCIÓN DE ENSEÑANZA POR
PARÁBOLAS
1. Continuación de labores. Jesús continuó su gran obra misionera en Capernaum y alrededor de ésta. La sanidad del siervo de un centurión romano (Mateo 8.5–13) le proveyó una ilustración de gran fe, en un gentil y un vislumbre profético de la universalidad de su reino. Una segunda vez levantó muertos, cuando le devolvió la vida al hijo de la viuda de Naín (Lucas 7.11–17). Uno de los incidentes más conmovedores, de todo el ministerio de Jesús pertenece a este período. Estando Jesús junto a la mesa de un fariseo, una mujer penitente le lavó los pies a Jesús con sus lágrimas, los ungió con un costoso perfume (Lucas 7.36–50). La crítica por parte del anfitrión hizo que saliera de labios de Jesús la hermosa lección sobre los dos deudores.

2. El testimonio que dio Jesús a Juan (Lucas 7.18–35). El encarcelamiento de Juan había sido una causa de que Jesús dejara Judea. Por un año, el Listas de apóstoles

Mateo 10.2–4............Marcos 3.16–19.................Lucas 6.14–16..................Hechos 1.13
Simón Pedro.............Simón Pedro......................Simón Pedro.....................Simón Pedro
Andrés......................Jacobo................................Andrés..............................Jacobo
Jacobo......................Juan…………………………Jacobo…………………….Juan
Juan………………….Andrés………………………Juan……………………….Andrés
Felipe………………...Felipe………………………..Felipe……………………..Felipe
Bartolomé……………Bartolomé…………………...Bartolomé………………..Tomás
Tomás………………..Mateo………………………..Mateo……………………..Bartolomé
Mateo…………………Tomás………………………Tomás……………………..Mateo
Jacobo hijo…………..Jacobo hijo…………………Jacobo hijo………………..Jacobo hijo
de Alfeo………………de Alfeo…………………….de Alfeo…………………….de Alfeo
Lebeo…………………Tadeo……………………….Simón……………………...Simón Tadeo…………………………………………………Zelote………………………Zelote
Simón el……………….Simón el……………………Judas, her-………………..Judas,her- cananista………………cananista…………………..-mano de………………….-mano de
………………………………………………………….Jacobo…………………….Jacobo
Judas Iscariote….........Judas Iscariote..................Judas Iscariote —

Espíritu de águila de Juan había sido enjaulado en el “Castillo Negro”, que se encontraba en la orilla oriental del Mar Muerto. Había visto a los cielos abrirse, y oído la voz divina, en el momento del bautismo de Jesús, y había señalado a éste como el
Mesías. Pero Jesús no estaba haciendo la obra que Juan esperaba. Herodes y Pilato y Caifás estaban todavía en el poder. ¿Por qué no tamizar la nación, quemar la paja, y reinar en justicia? Tal vez fue con tales pensamientos que Juan envió a dos de sus discípulos a Jesús a preguntarle: “¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro?”. Jesús los envió de regreso, con noticias de la beneficiosa obra que él estaba haciendo, y luego pronuncia su elevado elogio de Juan.

3. La adopción de la enseñanza por parábolas (Mateo 8; Marcos 4.1–34).
Hemos llegado al primer gran grupo de parábolas de Jesús. Ocurren otros dos grupos grandes, uno durante el ministerio en Perea, y el otro el último día de trabajo en público de nuestro Señor. La introducción de la forma parabólica fue una sorpresa para sus discípulos (Mateo 13.10). La clave para ello se encuentra en la cada vez más profunda hostilidad e hipocresía sin esperanza de los escribas y fariseos. Milagro tras milagro de beneficencia se había llevado a cabo; sin embargo atribuían su poder al príncipe de los demonios (Mateo 12.22–37), y luego tuvieron la desfachatez de pedir una señal de parte de él (Mateo 12.38–45). Jesús expresa su sentido de la enormidad del pecado de ellos, al llamar al tal, el pecado en contra del
Espíritu Santo, para el cual no hay perdón. Fue para evitar el precipitar un conflicto con los gobernantes, que él comenzó a ocultar su enseñanza en parábolas, las cuales explicaba en privado a sus discípulos (Mateo 13.10–16). Otra razón era, sin duda, el añadir belleza y fuerza a sus lecciones. Pero la adopción de la forma de enseñanza por parábolas marca un punto decisivo, relacionado de cerca con la creciente hostilidad de los escribas y fariseos.

IV. CUARTA FASE —HASTAEL SERMÓN PRONUNCIADO EN LA SINAGOGA DE CAPERNAUM
1. La tempestad es calmada y los endemoniados gadarenos son sanados (Mateo 8.18–34).
El día de parábolas había sido grandioso con Jesús. Había forcejeado con demonios, los enemigos habían conspirado, los amigos lo habían buscado, y él había terminado el día con sus inmortales parábolas. Cansado de sus labores dio orden de cruzar el pequeño lago, lo cual constituye la primera vez que se registra su paso por éste, aunque no la última. La repentina tempestad, la intensa alarma, el pacífico sueño del Maestro, su reprensión del mar, “Calla, enmudece”, y la calma instantánea, tanto del viento como de las olas es contada con exquisita sencillez. Puede que no sea verdad que un milagro es más grande que otro; pero todavía es verdad que ciertos milagros asombraron a los testigos presenciales de una forma que otros no lo hicieron. Esto fue lo que dijeron: “¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?”. Sobre la orilla oriental Jesús obró otro de aquellos milagros que llenaron a los hombres de asombro. Dos endemoniados lo hallaron, uno de los cuales estaba afligido con una legión de demonios. Los gadarenos fueron maravillados con la visión de los feroces endemoniados, ahora vestidos y sanos, pero se enojaron por la pérdida de sus cerdos; y
Jesús, cediendo a los ruegos de ellos, volvió a cruzar el mar para ir a la orilla occidental.
2. La primera misión de los doce (Mateo 9.35—11.1). Después de regresar a Galilea, Jesús hizo una segunda y ultima visita a la ciudad en la cual creció; pero los nazarenos una vez más lo rechazaron. Pero el trabajo debía seguir. Es demasiado para uno solo, y es tiempo de que los doce sirvieran una pasantía en el arte de predicar. En consecuencia los comisionó a hacer una gira por Galilea, de dos en dos, para predicar y obrar milagros. Mientras tanto, Jesús continuó sus propias labores. Debería hacerse notar que la misión de los doce, así como la misión personal de Jesús y la de Juan, era preparatoria. Estaba limitada a las ovejas perdidas de la casa de Israel, y el encargo era: “Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado”.
3. Muerte de Juan el Bautista (Mateo 14.1–12). En conexión con lo anterior, la muerte de Juan, la cual había ocurrido algún tiempo atrás, es narrada. Herodes Antipas se había casado con Herodías, la esposa de su hermano Felipe, quien todavía vivía. Juan no titubeaba en reprender los pecados de un gobernante. La inescrupulosa Herodías no tenía paz, y no le daba ninguna a
Herodes, hasta que se aseguró, primero, de que Juan el Bautista fuera encarcelado, y luego martirizado. Cuando la fama de las poderosas obras de Jesús llegaron a oídos de Herodes, esto fue lo que dijo: “Es Juan el Bautista, que ha resucitado de los muertos”.
4. La alimentación de los cinco mil y el sermón sobre el pan de vida (Juan 6). Los doce regresaron de su gira por Galilea, y Jesús se retiró con ellos para descansar y para darles instrucción, en privado, al poco poblado distrito al este del lago. Pero todavía la multitud acudía en masa a oírlo, y todavía él les enseñaba. La noche se acercaba; y la gente estaba lejos de casa, sin tener nada que comer. Con una compasión que era sensible a cada necesidad del hombre, Jesús multiplicó los pocos panes y peces, hasta que todos estuvieron saciados. Fue el clímax de su popularidad. La multitud estaba determinada en hacerlo rey. Fue un regreso de la tercera tentación. Pero Jesús no sería la clase de Mesías que ellos querían. Despidiendo la multitud, y enviando los doce, a través del mar, se escapó a la soledad de las montañas. Posteriormente, en la noche vino caminando hacia ellos sobre el mar, en medio de la tormenta. La alimentación de los cinco mil es el único milagro registrado por todos los evangelios. Juan es el único que ha preservado el sermón, pronunciado en la sinagoga de Capernaum, el cual resultó de la multiplicación de los panes. Allí se enfoca a sí mismo como el pan de vida. La multitud entusiasta comienza a ver que él no es la clase de Mesías que ellos buscaban. Si él hubiera cedido a los bajos ideales de ellos, y se hubiera contentado con ser un rey terrenal, se podía haber subido al poder supremo inmediatamente. No era a eso que él había venido. El camino para la redención humana era, para él, el camino de la cruz.
Este gran sermón, pronunciado en la sinagoga de Capernaum, marca otro punto decisivo en la vida de Jesús. “Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él” (Juan 6.66). Los escribas y fariseos lo han odiado por largo tiempo; los gadarenos y los hombres de Nazaret lo han rechazado; Herodes Antipas está comenzando a tener un interés peligroso en él; y ahora sus propios discípulos se están yendo, decepcionados.

V. QUINTA FASE —HASTA LA SALIDA FINAL DE GALILEA EN LA FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS
1. Tiempo que duró. Jesús no asistió a la tercera Pascua de su ministerio. Ella ocurrió cerca del tiempo, cuando se alimentó a los cinco mil (Juan 6.4). La fase final del ministerio en Galilea, por lo tanto, duró cerca de seis meses, desde abril hasta octubre.
2. Nuevos aspectos. Este período presenta nuevos y marcados contrastes. Fue un período de:
a. Andar errante. — Jesús visitó Fenicia, el distrito de Basán y Decápolis en sucesión. No obstante, no cesó sus labores en Galilea. b. Aislamiento. — Jesús invariablemente evitó las multitudes, y buscó estar a solas con los doce. c. Instrucción en privado.— Son pocos los milagros y es poca la enseñanza en público que se registran. Está entrenando a los doce en los fundamentos de su reino, y preparándolos para su muerte que se le acercaba (cf. Mateo 16.21–23; 17.9; Marcos 9.30–32).
3. Visita a Fenicia (Mateo 15.21–28). Aquel cuya misión es salvar a los hombres de todas las tierras no fue, sino solo una vez, más allá de los suyos. Sólo un incidente de esta visita se registra —la sanidad de la hija de la mujer sirofenicia. La fe de ella, tan humilde, tan inconquistable, debió haber traído alivio refrescante después de la hipocresía de los fariseos y la inconstancia de los galileos. Al pasar por Tiro y Sidón, Jesús hizo un gran desvío hacia Decápolis. Aquí multitudes le rodearon una vez más, y una vez más alimenta milagrosamente, a un número de cuatro mil. Después de cruzar el lago, regresó nuevamente a Galilea. Es importante notar que durante todo esta fase del ministerio en Galilea, mientras Jesús hace giras extensas fuera del territorio de Herodes Antipas, él todavía mantiene a Galilea como el centro del cual sale, y al cual regresa.
4. La visita a Cesarea de Filipo; la gran confesión (Mateo 16). Al regresar Jesús a Galilea, los fariseos, ahora reforzados por los saduceos, renovaron los ataques de ellos (Mateo 16.1–4); y, cuando Jesús salía en su gira por el territorio de Herodes Felipe, él solemnemente advirtió a sus discípulos de la “levadura” de los fariseos y los saduceos. El final de su ministerio se está acercando. Jamás había alegado formalmente ser el Mesías. Había preferido que esa verdad entrara a las mentes de los hombres, a través de las obras que hacía, las verdades que hablaba, la vida que vivía. Pero había llegado el momento de probar los resultados, y de convertir la callada convicción de ellos, en una abierta confesión. Después de una sesión de oración solitaria, Jesús, les plantea dos preguntas a los doce:
“¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?”.
Las diferentes respuestas muestran cuán completamente el público había fallado en comprenderlo a él y a su misión.
“¿Quién decís que soy yo?”.
“Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.
Es imposible pecar por exageración al darle importancia a esta confesión. Suponga que ellos, también hubiesen fallado en captar la verdad. Fue Pedro quien habló; no en nombre de sí mismo, sino de los doce. Luego, la obra de Jesús no había sido un fracaso. Él ve, en el pequeño círculo a su alrededor, al germen de su futura iglesia, y en la confesión de Pedro, la verdad sobre la cual la tal iglesia había de ser edificada, el verdadero “credo apostólico”. Pero, por el momento no debe proclamarse. Una vez que los hubo encomendado a su condición de Mesías, Jesús procede a revelar lo que esta condición conllevaba —rechazo, muerte, resurrección. Pedro, quien todavía estaba envuelto en las vendas de concepciones carnales, protesta. Esto fue lo que Jesús le respondió: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!”, es la reprensión inmediata del Maestro; y la continúa con una lección, la cual todavía es necesaria hoy día, en el sentido de que el discipulado, también, significa negación de sí mismo, llevar la cruz, antes de llevar la corona.
5. La transfiguración (Mateo 17.1–13). Durante todo este período Jesús anduvo en medio de sombras que oscurecían el panorama cada vez más: detrás de él, el rechazo de los galileos; ante sí, la cruz; sin embargo a su alrededor, la banda de discípulos todavía fieles; por encima de él, el inalterable amor del Padre. Antes de regresar nuevamente a enfrentar a sus enemigos en Galilea, y los más hostiles enemigos de Judea, una espléndida demostración de la presencia y aprobación divinas le fue concedida a él. La escena de la transfiguración fue hecha, en parte para los discípulos, pero principalmente para el Maestro de ellos. Fueron testigos de ello, los tres elegidos —Pedro, Santiago y Juan. Cuando él estaba absorto en oración ferviente, lo divino, rompiendo a través del velo de lo humano, vistió el rostro y la indumentaria con resplandor celestial. Moisés el mediador, y Elías el gran reformador, del Antiguo Pacto, aparecieron, hablando con él acerca de su deceso, que estaba por suceder en Jerusalén; mientras que de los cielos, así como cuando estuvo en el Jordán, vino la voz: “Este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia”, añadiendo significativamente: “a él oíd”. Fue en realidad una escena llena de significado. La memoria de ella continuó por largo tiempo, en la mente de uno de los apóstoles (2 Pedro 1.16–18). Los profetas y los apóstoles, el Antiguo Testamento y el Nuevo, el cielo y la tierra, tuvieron un encuentro allí. Para Jesús, esto había de ser el sello de la aprobación del Padre, de un ministerio casi sin fruto, y la certeza de que estaría con él hasta el final. Para los discípulos significó que la confesión de ellos no había sido un error, ni que estaban equivocados en cuanto a la base sobre la cual descansaba la confianza de ellos; al punto que de allí en adelante debían oír y predicar no a Moisés, sino a Cristo. Pero nuevamente, el sello de un silencio temporal se puso en sus labios. El valor pleno de la visión se podía ver sólo a la luz de la resurrección y de la ascensión. Al descender del monte donde había tenido la visión, Jesús sana a un endemoniado epiléptico, y regresa a Capernaum, todavía esforzándose por preparar a los discípulos para la inminente tragedia que había de suceder en Jerusalén.
6. Fin del ministerio en Galilea. Jesús no se quedó mucho tiempo en Galilea. Su gran obra allí, estaba hecha. Esquivando a las multitudes, obrando pocos milagros, si es que alguno obró, se limitó a continuar imprimiendo todavía más, en las mentes de los discípulos el carácter espiritual de su reino, y la necesidad de que tuvieran la humildad de un niño si es que habían de entrar en tal reino (Mateo 18.1–14). La gran fiesta de los Tabernáculos estaba ahora a mano, y la pequeña compañía, pasando por Samaria, fue una vez más hacia Jerusalén.

Los escritores del Nuevo Testamento

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………………………………...2 Pedro

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Lucas: El evangelio gentil
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1 Corintios: Informes comentados, preguntas Respondidas
2 Corintios: Una defensa apostólica
Gálatas: Libertad en Cristo
Efesios: La iglesia, el propósito eterno de Dios
Filipenses: La epístola del gozo
Colosenses: Cristo, la cabeza de todas las cosas
1 Tesalonicenses: Consolaos unos a otros con la Segunda venida
2 Tesalonicenses: El hombre de pecado
1 Timoteo: Los requisitos de los diáconos y Ancianos
2 Timoteo: La última carta que Pablo escribió
Tito: Poniendo la iglesia en orden
Filemón: Un ruego a favor de Onésimo
Hebreos: No rechacen el Nuevo por el Antiguo
Santiago: La religión práctica
1 Pedro: Esperanza en medio del sufrimiento
2 Pedro: ¡Los falsos maestros están en camino!
1 Juan: La epístola del amor y de la certeza
2 Juan: Perseveren en la verdad
3 Juan: Gayo, Diótrefes, Demetrio
Judas: Contender ardientemente por la fe
Apocalipsis: El pueblo del Señor va a ganar

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