El ministerio final a todas partes de
Palestina
Desde la fiesta de los Tabernáculos
hasta la entrada a Betania
Este período del
ministerio de Jesús duró seis meses, desde octubre hasta abril, excluyendo los
seis días anteriores a la
Pascua. Así como en los seis meses anteriores, Jesús fue un
fugitivo. Lo hallaremos sucesivamente en Jerusalén; en la campiña de Judea; en
Jerusalén nuevamente; en Perea; junto a Betania, cerca de Jerusalén; en Perea;
nuevamente en Betania; y en Perea una vez más, con un posible viaje a través de
Samaria y Galilea, y un último regreso al vecindario de Jerusalén.
1. En Jerusalén; la
fiesta de los Tabernáculos (Juan 7.10; 10.20).
Aquí, como es lo
usual para sus visitas a Jerusalén, la fuente autorizada es Juan. Antes de
salir de Galilea, los familiares de Jesús le habían instado a unirse a la
caravana que estaba en ruta hacia la fiesta, y allí, en la capital de la
nación, proclamarse como Mesías. Pero Jesús tenía sus propios planes. Él no iba
a ponerlos en peligro, al ceder a las esperanzas en la carne, de los amigos de
ellos, ni iba a precipitar prematuramente, un conflicto con sus enemigos.
Todavía faltaban seis meses para la
Pascua ; era entonces cuando voluntariamente él se ofrecería a
sí mismo como la verdadera Pascua del mundo. Así que, sus familiares, se fueron
con la multitud a la fiesta, sin saber si él los seguiría. Estando en Jerusalén
había una pregunta, la cual andaba de boca en boca: “¿Dónde está aquél?” Por
fin, en medio de la fiesta, Jesús vino en privado a Jerusalén, y yendo derecho
al templo, comenzó a enseñar. Los rabinos se escandalizaron de que él no
hablara el idioma de las escuelas rabínicas; pero él continuó perseverando sin
temor. Se narra un incidente —el de la mujer sorprendida en adulterio.1 Un
milagro ocurrió —la sanidad de ciego de nacimiento, lo cual significó una gran
ofensa pues fue hecha un día de reposo. Los judíos llegaron al extremo de
buscar la forma de apedrearlo. Bajo la figura misericordiosa del Buen Pastor,
Jesús les da a entender que él ha de morir voluntariamente por su rebaño, y ha
de resucitar de nuevo.
2. En los distritos
de la campiña de Judea. Retirándose antes de que se concretaran las
conspiraciones de los judíos de Jerusalén, Jesús pasa unas pocas semanas cerca
de la ciudad. Sólo un milagro es registrado —otra sanidad en el día de reposo;
pero él derrama un maravilloso caudal de instrucción. Porciones de éste, así
como la oración modelo, y las parábolas de la semilla de mostaza, y de la
levadura, parecen ser repeticiones de lecciones enseñadas anteriormente,
durante el ministerio en Galilea. Dos hermosas parábolas —el rico insensato y
el buen samaritano— son nuevas, y son peculiares de Lucas, a quien le debemos
la historia de estos dos meses.
Pero Jesús no
estaba contento con la evangelización que él podía hacer personalmente. El
tiempo era corto, y había mucho que hacer. Así como en Galilea había enviado a
los doce, ahora en Judea, envía a los setenta. Les encarga el mismo mensaje:
“Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado”.Es en este período,
cuando también obtenemos nuestro primer vislumbre de las hermanas de Betania
(Lucas 10.38–42): María a los pies del Maestro, Marta “turbada y afanada… con
muchas cosas”.
3. En Jerusalén;
fiesta de la Dedicación
(Juan 10.22–42). En el mes de diciembre de nuestro calendario, dos meses
después de la fiesta de los Tabernáculos, Jesús regresó a Jerusalén, a la
fiesta de la Dedicación. Los
judíos que lo hallaron en el pórtico de Salomón, le exigieron una declaración
explícita acerca de si él era, o no, el Mesías. Jesús declinó dar una respuesta
directa, sabiendo bien que su afirmación, por sí sola, tendría poco peso para
hombres cegados a la evidencia de su propia vida y ministerio. Una vez más
juntaron piedras para matarlo. Una vez más Jerusalén y Judea, así como
Capernaum y Galilea, estaban cerradas para él. Una provincia todavía estaba
abierta a él, la provincia medio pagana, de Perea, más allá del Jordán, y Jesús
hacia allá dirigió su rostro.
4. En Betania, la
resurrección de Lázaro (Juan 11.1–54).
El ministerio de
Jesús, en Perea, fue interrumpido por la muerte de Lázaro. Nos gustaría saber
más acerca del pequeño círculo de Betania. El gran corazón de Jesús estaba con
el mundo; sin embargo con peculiar ternura, él “amaba… a Marta, a su hermana y
a Lázaro”.4 Debió haberle hecho muchas visitas a ese hogar, las cuales no se
registraron. No era la indiferencia lo que lo retenía en Perea, tan lejos del
amigo que moría y de las hermanas tristes. ¡De cuánto se hubieran perdido ellas
y nosotros, si hubiera regresado a sanarlo de la forma como lo había hecho con
cientos! Vino al fin, a llorar con ellas, para hacer salir de corazones rotos
la confesión de la fe de ellas, para decir aquellas palabras en las cuales se
han apoyado infinito número de almas: “Yo soy la resurrección y la vida” y para
demostrar sus palabras con sus obras. El mundo no podría darse el lujo de
perderse el capítulo que relata cuando Jesús salió de Perea, y Lázaro de entre
los muertos. Un milagro tan estupendo, tan cerca de Jerusalén, no podía
quedarse sin causar conmoción. Muchos creyeron en él; pero no había poder, en
el cielo o en la tierra, que pudiese llevar a los hipócritas fariseos, ni a los
astutos saduceos, a creer. A punta de espada de muchas preguntas, encontraron
ellos en este peligroso milagro, una causa común. Actuando por el consejo del
sumo sacerdote Caifás, el concilio decretó la muerte de Jesús. El milagro de
Lázaro viviente era un argumento contundente, y ellos incluso hablaron de
involucrar a éste en la misma sentencia. Jesús, por lo tanto, se retiró a
Efraín, de allí una vez más a Perea por Samaría y al sur de Galilea.
5. El ministerio en
Perea (Lucas 13.22—17.10; Mateo 19—20.28).
Estando en Perea,
Jesús entró a un campo relativamente nuevo. Fue la escena del ministerio
temprano de Juan (Juan 10.40; cf. 1.28); y Jesús sin duda segó donde Juan había
sembrado, pues su obra estaba aquí asistida del éxito obtenido anteriormente en
Galilea (Juan 10.41–42). Es de dudar que por lo menos un milagro se le pueda
asignar; pero sí nos ha llegado un cuerpo de enseñanza, el cual está marcado
con una peculiar ternura y fervor. Aquí fue donde se contó el segundo gran
grupo de parábolas, el cual fue registrado sólo por Lucas: la gran cena, la
oveja perdida, la moneda perdida, el hijo pródigo, el mayordomo injusto, el
rico y Lázaro, la viuda importunadota, y el fariseo y el publicano. Mateo añade
la parábola de los obreros de la viña. Todos los sinópticos dan los incidentes
de cuando Cristo bendijo a los niños, y del joven rico. Fue cerca del final,
cuando se acercaban al Jordán y a Jerusalén, que Jacobo y Juan se acercaron a
Jesús, con su ambiciosa petición por lugares a su derecha e izquierda. Estaban
soñando con coronas; mientras él anticipaba la cruz. Después de salir de Perea,
Jesús cruzó el
Jordán, por el vado
usual cerca de Jericó. Cuando pasaba por la antigua ciudad, el ciego Bartimeo
recibió su vista, y Zaqueo el publicano recibió la más profunda sanidad, traer
la cual, es la suprema misión de Cristo. Cuando subía por la empinada cuesta,
Jesús se acercó a la aldea suburbana de Betania seis días antes de la Pascua. Los largos
viajes han terminado; el final se ha acercado. Una cronología del Nuevo
Testamento
Libro……………… Fecha
Mateo……………… 60 d. C.
Marcos……………...65
Lucas……………….. ca. 60
Juan………………… 90s
Hechos……………... 62
Romanos…………… 54-59
1 Corintios…………. 53-54
2 Corintios…………. 54-55
Gálatas……………… 48-49
Efesios……………… ca. 62
Filipenses…………… ca. 62
Colosenses…………..ca. 62
1
Tesalonicenses……. 51-52
2 Tesalonicenses.........
52-53
1 Timoteo,
2 Timoteo, Tito 64-68
Filemón ca...................
62
Hebreos........................
63-66
Santiago.......................
44-45
1 Pedro.........................
64-67
2 Pedro………………. 67-68
1 Juan, 2 Juan, 3 Juan...90-95
Judas…………………. 65-70
Apocalipsis…………... 90-96
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