Los cuatro años de Pablo en la cárcel
58–63 d.C.
Hechos 21.27—28.31
I. SU
ENCARCELAMIENTO EN JERUSALÉN (Hechos 21.27—23.30)
Los eventos de los
dos años siguientes, en Jerusalén y en Cesarea, se pueden agrupar mejor, bajo
la serie de discursos de Pablo.
1. Su discurso para
la muchedumbre. La muchedumbre habría acabado con Pablo; a no ser porque cuando
lo arrastraban fuera del templo, el tribuno, con varias compañías de soldados,
lo rescató. Cuando hubo obtenido permiso para hablarle a la muchedumbre, Pablo
les dirigió un discurso en la propia lengua de ellos. Este discurso, el cual
fue pronunciado desde lo alto de unas escaleras, es el segundo relato detallado
de la conversión de Pablo (Hechos 9.1–18). Tal como lo acostumbraba, cada vez
que les hablaba a judíos, hizo énfasis en su linaje y educación hebreas, su
antiguo celo en contra de los cristianos, los medios por los cuales llegó a ser
un discípulo y apóstol de
Jesús. Ellos
escucharon hasta que se refirió a su misión a los gentiles, que fue el momento,
cuando el oficial tuvo que meterlo a la torre. Aquí Pablo se salvó de ser
azotado al apelar a su condición de ciudadano romano.
2. Su discurso ante
el concilio. Al día siguiente, el oficial lo llevó ante el concilio judío, con
el fin de enterarse de los cargos que se hacían en contra de Pablo. Pablo dio
inicio a un discurso para dirigirse al concilio; pero una orden del sumo
sacerdote en el sentido de abofetearlo, lo convenció rápidamente de que era
poca la esperanza que tenía, de una audiencia justa. Plantándose en la gran
doctrina farisea de la resurrección, la cual los saduceos odiaban tanto, logró
obtener algún favor de su propia secta, los fariseos. Al instante el concilio
entró en una feroz disputa. El tribuno tuvo que encerrar a Pablo en el castillo,
nuevamente, con el fin de evitar que fuese descuartizado. Al día siguiente, el
sobrino de Pablo dio a conocer un desesperado complot para matarlo, y el
oficial lo envió a Cesarea por la noche, escoltado por un contingente militar.
II. SU
ENCARCELAMIENTO EN CESAREA (Hechos 23.31—26.32)
1. Su defensa
delante de Félix. Los enemigos de Pablo no iban a aceptar que sus planes fueran
frustrados. Cinco días después, el sumo sacerdote fue a Cesarea con un
celebrado orador llamado Tértulo, con el fin de obtener una sentencia en contra
de Pablo, por parte del gobernador. Tértulo dio inicio a la causa con
adulaciones para Félix y abusos contra Pablo. Con varonil dignidad, Pablo
rechazó el cargo de sedición, pero aceptó ser un creyente en la resurrección.
Félix, evidentemente convencido de la inocencia de Pablo, pero no dispuesto a
ofender a los judíos, pospuso el caso.
2. Sus sermones
delante de Félix. Félix se había casado con Drusila, la esposa de
Azizus, rey de
Emesa. Ella era la hija de Herodes Agripa I, y una genuina herodiana. Deseoso
de satisfacer la curiosidad de ella, hizo venir a Pablo para que predicara
delante de ellos. Aunque estaba en juego su propia vida, Pablo apuntó sus
baterías a la conciencia de Félix, y de esta manera disertó acerca de la justicia,
del dominio propio y del juicio venidero, con lo cual Félix se espantó delante
de su prisionero. Pero Félix pospuso el volver a oír a Pablo, y enviaba por él,
a menudo; no para oírlo, sino para obtener de él un soborno, a cambio de
liberarlo.
3. Su defensa
delante de Festo. Después de dos años, Félix fue llamado a Roma a dar cuenta de
sus malos actos, y dejó a Pablo en prisión. Festo lo sucedió. Los judíos
renovaron la causa contra Pablo, y clamaron porque se le devolviera a
Jerusalén. Pablo negó los cargos que le hicieron; y a la proposición de Festo
de ir a Jerusalén, la cual, él bien lo sabía, significaba meterse dentro de la
boca del león, replicó: “A
César apelo”.Festo
respondió: “A César irás”.Dos años atrás, estando en Corinto, Pablo se había
propuesto una evangelización todavía más amplia. Su plan era ir a Roma y de
allí a España (Romanos 15.23–24). Una vez más, la maldad de los hombres coopera
con los propósitos de Dios. Aunque no de la manera como lo esperaba, Pablo ha
de ir a Roma.
4. Su discurso
delante de Agripa. El caso de Pablo le causaba perplejidad a Festo. Iba a ser
enviado al César, y sin embargo el gobernador no tenía un cargo definitivo que
presentar en contra de su prisionero. Las quejas de los judíos se relacionaban
con costumbres judías con las cuales no estaba familiarizado. Fue justamente
durante este tiempo que Herodes Agripa II vino a Cesarea a felicitar al nuevo
gobernador. Agripa vivía con su propia hermana Berenice, la cual era tan bella,
tan brillante y tan disoluta, como su hermana Drusila. Agripa, como judío que
era, sintió y expresó interés en el caso, y Pablo fue llamado a hablar delante
de él. Fue una audiencia tal, a la cual no se le había dirigido nunca: un
gobernador romano; dos Herodes con características de víboras: Agripa y la que
era su esposa, y a la vez hermana, Berenice; junto con los principales
oficiales civiles y militares de la capital romana. Una vez más, Pablo ensaya
la historia de persecución de los cristianos, y los hechos asociados con su
conversión. Su puntería está puesta en el judío, Agripa. Su propósito central
es mostrar que el evangelio proviene de Dios, y que cumple las Escrituras
judías. El pagano Festo, interrumpe tajantemente a Pablo, con la insinuación de
que su fervorosidad tiene su toque de demencia. El refinado Agripa hace un
comentario irónico acerca de convertirse en cristiano. El cortés Pablo concluye
con un hermoso deseo; las coronas, las túnicas y la pompa no significaban nada
para él; con tal de que Agripa, de que todos los presentes, fueran tal cual él
era; luego, mirando a sus manos esposadas, añadió: “excepto estas cadenas”.
Estos hombres fríos y calculadores pudieron haber resistido el poder del
evangelio, pero no podían hacer otra cosa, sino respetar la evidente hombría e
inocencia de Pablo. La decisión de ellos fue: “Podía este hombre ser puesto en
libertad, si no hubiera apelado a César”.
III. EL VIAJE A
ROMA (Hechos 27.1—28.15)
1. El barco y la
compañía. Pablo navegó saliendo de Cesarea, al final del verano del 60 d.C., en
un navío costero de Adramite. Dos probados amigos lo acompañaron. Lucas parece
haber permanecido a su lado, o cerca de él, desde que salió de Filipos, dos
años atrás. Es probable que él escribiera su evangelio durante el tiempo que
Pablo estuvo encarcelado en Cesarea. Aristarco también estaba con Pablo, en
calidad de compañero de prisión (cf. Hechos 19.29; 20.4; 27.2; Colosenses
4.10), pero no se dice cuáles eran los cargos bajo los cuales guardaba prisión.
También había otros prisioneros en la compañía, todos a cargo del centurión,
Julio.
2. El viaje a Mira.
Navegando a lo largo de la costa fenicia, el barco tocó puerto en Sidón, donde
el centurión, cortésmente, dejó que Pablo bajara a tierra a renovarse con sus
amigos. Con haber salido de Sidón directamente hacia Adramite, hubieran dejado
a Chipre a la derecha; pero debido a vientos contrarios, navegaron en medio de
Chipre y la tierra firme. Estando en Mira, en la costa suroccidental de Asia
Menor, dieron con una nave alejandrina que transportaba grano hacia Roma, y lo
llevaba hacia la ciudad imperial.
3. La gran
tempestad. Después de navegar a lo largo de la costa, lentamente, enfrentando
cabezas de vientos llegaron hasta Gnido, giraron abruptamente hacia el sur para
protegerse con la larga isla de Creta. Como a la mitad del recorrido por la
costa sur, entraron a la bahía de Buenos Puertos. Dado que era el final de la
estación, Pablo aconsejó posponer el viaje; pero siguiendo el juicio del patrón
de la nave, continuaron navegando, tan sólo para ser atrapados por un fiero
viento del noreste, el cual los arrastró delante de sí por catorce días. Todos
perdieron la esperanza, excepto Pablo. Una visión nocturna de Dios, le dio la
certeza de que habría un naufragio y de que la compañía entera sería rescatada.
Así sucedió, junto a la isla de Malta. Arrastrados a una playa, las doscientas
setenta y seis almas, o nadaron hasta la orilla, o la alcanzaron flotando en
pedazos del barco naufragado.
4. El invierno en
Malta. Los nativos mostraron una bondad inusual al hacer una fogata para los
marineros que tenían frío. Pablo, cuya influencia a bordo del barco llegó a ser
extraordinaria para ser un prisionero, se ofreció para ayudar en tierra. Él no
estuvo por encima del rango de uno que recoge combustible para el fuego; y sanó
al padre de Publio, el gobernador, y muchos más que le fueron traídos. Sus
servicios fueron tales que, al salir la compañía de Pablo, en la primavera, los
isleños los cargaron de beneficios.
5. Fin del viaje.
Después de embarcarse en otro barco alejandrino con granos, el cual había
pasado el invierno en la isla, tocaron puerto en la ciudad de Siracusa, luego
en Regio, y por fin echaron anclas en Puteoli, en la Bahía de Nápoles. Puteoli
era uno de los puertos terminales hacia el oeste para los barcos mercantes
alejandrinos, siendo el otro el puerto Ostia, en la desembocadura del Tíber.
Aquí Pablo halló discípulos, y de aquí él viajó sobre la “Reina de las
carreteras”, la Vía Apia ,
la cual llevaba a Roma. Los hermanos de Roma pronto oyeron de su venida, y
vinieron al Foro de Apio y a las Tres Tabernas para toparse con él. Aunque era
prisionero, Pablo entró a Roma en procesión triunfal.
IV. LOS DOS AÑOS DE
PRISIÓN EN ROMA (Hechos 28.16—31)
1. La entrevista de
Pablo con los judíos. Pablo fue llamado a ser el apóstol de los gentiles. Sin
embargo, su primer mensaje fue invariablemente para sus hermanos judíos. Él,
por lo tanto, envió inmediatamente a llamar a los principales de los judíos, de
los cuales debieron haber habido miles en la ciudad. En una segunda reunión,
desde la mañana hasta la noche, él presentó lo concerniente al reino de Dios.
El resultado fue que, así como en todo lugar, algunos creyeron, mientras que la
mayoría rechazó a Cristo; y, así como en todo lugar, Pablo se volvió a los gentiles.
2. Las epístolas de
Pablo desde Roma. Durante la primera vez que estuvo prisionero en Roma, Pablo
escribió por lo menos cuatro epístolas: a. Efesios, Colosenses y Filemón.— La
evidencia para esto es: 1) Efesios y Colosenses fueron llevadas por Tíquico
(Efesios 6.21–22; Colosenses 4.7–8). 2) Filemón fue llevada por Onésimo
(Filemón 10– 12). 3) Estos dos viajaron juntos (Colosenses 4.7–9). 4) Pablo
estaba preso (Efesios 3.1). 5) Su único encarcelamiento prolongado fueron en
Cesarea y Roma. En aquel tiempo, él estaba encaminado a Roma; ahora esperaba
ser liberado y poder visitar a Filemón (Filemón 22). b. Filipenses.— Su alusión
a la guardia del pretorio muestra que escribió desde Roma (1.13). c. La Epístola a los Hebreos.—
Hay dudas acerca de quién fue el autor de Hebreos. Si fue Pablo, es probable
que fuera escrita en este período.
3. Labores
evangelísticas de Pablo en Roma. Pablo no estuvo muy confinado mientras estuvo
en Roma. Moraba en su propia casa alquilada, y recibía a todos los que le
visitaban. Sin embargo, día y noche, la pasaba encadenado a un soldado. Pero
las cadenas no apagaron su preocupación por las almas, la cual era igual a la
de Cristo. Las epístolas de este período abundan en alusiones a labores
fructíferas. Sus cadenas resultaron en el progreso del evangelio (Filipenses
1.12); se ganaron convertidos de la casa de César (Filipenses 4.22), e incluso
de los soldados de la famosa guardia pretoriana (Filipenses 1.13), grandes
cantidades de los cuales, a su vez, debieron haber estado encadenados al
prisionero. También tenemos vislumbres de una devota banda de obreros afines
que se reunían a su alrededor, y a través de los cuales se multiplicó a sí
mismo muchas veces. Entre ellos están Timoteo y Lucas y Aristarco y Epafras, e
incluso Marcos, el cual en días anteriores “no había ido con ellos a la obra”.5
Y aquí, la historia de Lucas se detiene, en el momento en que Pablo está
plantando el evangelio sobre fundamentos más amplios y más firmes en la gran
capital del mundo, desde la cual puede irradiar hasta las más remotas partes
del imperio.
Las cartas de Jesús para las
siete iglesias de Asia en Apocalipsis
..........................Éfeso……..Esmirna……
Pérgamo…..Tiatira…. Sardis…. Filadelfia………Laodicea
Título………… 2.1……… 2.8…………. 2.12……… 2.18……. 3.1…….. 3.7…………….
3.14
Alabanza……... 2.3, 6…… 2.9…………. 2.13……… 2.19, 24... 3.4…….. 3.8, 10…………
Ninguna
Reprensión…… 2.4……… Ninguna ……2.14–15….. 2.20–21… 3.1…….. Ninguna………
3.15, 17
Consejo………. 2.5………. 2.10………. .2.16……… 2.25…….. 3.2–3…. 3.11…………… 3.18–19
Advertencia….. 2.5……… Ninguna……. 2.16……… 2.22–23… 3.3……. 3.11…………… 3.18
Instrucción.…....2.7………. 2.11………… 2.17……... 2.29……. 3.6……. 3.13…………….
3.22
Promesa……… 2.7……….. 2.11………… 2.17…….. 2.26-28… 3.5……. 3.10, 12………...
3.20–21
Una característica
importante de cada iglesia es como sigue: Éfeso —decadencia espiritual; Esmirna
— Valiente resistencia; Pérgamo —Falsa tolerancia; Tiatira —concesiones
mundanas; Sardis —religiosidad; Filadelfia —verdadera lealtad; Laodicea
—indiferencia fatal.
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