Introducción
1. La tierra y la
gente. La historia que estamos a punto de trazar nos mantendrá por un rato
sobre terreno, con el cual se ha llegado a tener familiaridad, y el cual ha
llegado a ser sagrado, a través de cinco siglos de asociación con los patriarcas,
reyes y profetas del antiguo pacto. El escenario natural es el mismo sobre el
cual Abraham, al principio de su peregrinaje, armó su tienda en Siquem; todo lo
demás ha cambiado. Los pueblos y las ciudades antiguas han desaparecido o caído
en el olvido; nuevos pueblos y ciudades han venido al frente. Canaán se ha
convertido en Palestina, un nombre derivado de los filisteos. Los nombres del
pueblo escogido han variado, con las variantes fases de su vida nacional. El
nombre más antiguo, el de los hebreos, se ha adherido a ellos en el presente.
El término Israel, usado desde los tiempos de Jacob en adelante, fue apropiado
para el reino del norte después de la división bajo el reinado de Roboam;
mientras que el término judío, de Judá, fue el nombre común nacional, usado por
todo el período final del Antiguo Testamento y de todo el Nuevo Testamento. La
nación no está ya más aislada como lo estuvo en los tiempos anteriores. La vida
ha llegado a ser compleja. Muchas nuevas corrientes han fluido a ella. Un gobernador
romano tiene su corte en la nueva capital en Cesarea, o en la antigua ciudad
sagrada de Jerusalén. Los soldados romanos y los cobradores de impuestos
romanos son presentes. El hebreo antiguo es la lengua sagrada de las
escuelas, y debe ser aprendido así como un chico italiano moderno aprende el
latín. El arameo es el idioma común de los nativos; mientras que el griego es
el idioma de la literatura, y el latín lo es el de los círculos oficiales.
2. Las cinco
divisiones de Palestina. Palestina estaba dividida en cinco distritos en los
tiempos del Nuevo Testamento, tres al oeste y dos al este del Jordán. Los del
oeste eran,— a. Galilea, al norte, con una población provinciana, sin cultura,
principalmente compuesta por judíos, sin embargo, con una gran parte
constituida por gentiles. Capernaum era la ciudad principal, aunque la región
alrededor del Mar de Galilea abundaba en ciudades y aldeas. b. Judea, al sur,
más puramente judía, culta y aristocrática. Contenía a Belén, aldea sin
importancia, excepto porque era el lugar en el que habían nacido David y Jesús;
Cesarea, la capital romana, construida por Herodes el Grande, y Jerusalén, el
corazón nacional y religioso, y el hogar de una raza ampliamente esparcida. c.
Samaria, en el centro, con una raza y religión mestizas, intensamente odiada
por, y que odiaba a sus vecinos judíos. Sicar, la antigua Siquem, el sitio del
antiguo templo samaritano, era el lugar de mayor interés. Los distritos al este
del Jordán eran,— d. Perea, al sur, con una población campesina compuesta,
principalmente, por judíos. e. El distrito norte, al este del Jordán, no tenía
nombre propio. Algunas veces se le llama Decápolis (el distrito de las diez
ciudades); pero Decápolis sólo incluía la porción sur. Ésta corresponde a casi
todo el antiguo reino de Basán, y puede, por lo tanto ser llamada el distrito
de Basán. Ella constituía la tetrarquía de Felipe. La población era
principalmente gentil en cuanto a la raza, y pagana en cuanto a la religión. El
ministerio de Jesús se extendía a todos los cinco distritos, pero el interés se
centra principalmente en Judea y Galilea.
3. Gobernantes de
Palestina. a. Emperadores romanos.— Palestina estaba gobernada por gobernantes
locales, sujetos a los emperadores de Roma. Los emperadores, durante el tiempo
de Cristo, fueron Octavio (Augusto) César (31 a .C.–14 d.C.) y Tiberio (14–37 a.C.). Los
emperadores posteriores, de importancia en la historia del Nuevo Testamento,
fueron: Claudio (41–54 d.C.), Nerón (54–68 d.C.) y Vespasiano (69–
79 d.C.). b. Gobernantes
locales.— La política local se puede resumir de la siguiente manera: 1) Reino
de Herodes el Grande. Éste gobernó como un rey que heredó el poder, aunque
estando sujeto, sobre todos los cinco distritos mencionados arriba, hasta su
muerte, en el 4 a .C.1
2) La tetrarquía (gobierno de cuatro), del 4 a .C. al 41 d.C. El reino de Herodes fue
dividido en parcelas entre tres de sus hijos. Arquelao (Mateo 2.22) recibió
Judea y Samaria. En el año 6, cayó en desgracia con el emperador, y su reino se
entregó a una serie de gobernadores imperiales, de los cuales, Poncio Pilato
fue el sexto.
Antipas (Herodes el
tetrarca, Mateo 14.3) heredó Galilea y Perea. Felipe (Lucas 3.1) llegó a ser el
tetrarca del distrito de Basán. Un cuarto distrito es mencionado en Lucas 3.1.
Lisanias no era de la familia herodiana, y Abilinia se encontraba fuera de los
dominios de Herodes el Grande. 3) El reino de Herodes Agripa I, 41–44 d.C.2
Herodes Agripa
1 Nuestro método de
medir el tiempo a partir del nacimiento de Cristo se llegó a usar en el siglo
cuarto. El monje Dionisio Exiguo, el cual calculó la fecha, cometió un error de
cuatro años. La muerte de Herodes, es probable que ocurriera a un año de haber
nacido Cristo.
2 En el 37 a .C., Herodes Agripa I
recibió el título de rey con territorios al noreste de Palestina como su reino.
En el 39 d.C. Galilea y Perea fueron añadidas a su reino. En el
41 d.C. se le
dieron Judea y Samaria. Ciertos autores fechan su reinado entre el 37 y el 44
d.C., (Hechos 12.1–23) era un nieto de Herodes el Grande. A través del favor
del emperador Calígula, todo Palestina estaba unida bajo su gobierno, con
Abilinia a la par; de manera que gobernó un territorio más grande que el de
cualquier otro rey judío, después de Salomón. 4) Rey Agripa II 44–66 d.C.3 A la
muerte de Herodes Agripa, una nueva división se hizo. A su hijo, Herodes Agripa
II (Hechos 26.2), se le dieron las dos antiguas tetrarquías de Filipo y de
Lisanias. Éste gobernó sobre ellas hasta la destrucción de Jerusalén y del
Estado judío, en el 70 d.C. Fue sólo por cortesía que se le llamó “Rey Agripa”.
Las otras provincias de Palestina estaban puestas bajo gobernadores, tal como
en el tiempo de Poncio Pilato. Los que se mencionan en el Nuevo Testamento son
Félix, 53– 60 d.C. (Hechos 23—24), y Festo 60–62 d.C. (Hechos 24—26).
3 El 66 d.C. marcó
el comienzo de la guerra de los judíos en contra de Roma lo cual motivó al
general romano Tito a entrar a la fuerza a Jerusalén y a destruir esa ciudad en
el 70 d.C.
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