martes, 9 de marzo de 2010

19-El Movimiento de Restauración: Thomas Campbell, núm. 1

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Búsqueda de la iglesia neotestamentaría
El Movimiento de Restauración: Thomas Campbell, núm. 1

… para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo (Efesios 4.14–15). A Thomas Campbell (1763–1854) se le ha llamado el arquitecto del Movimiento de Restauración. Se le deben reconocer algunas de las más claras ideas y los más Importantes aportes de su período. Era sumamente culto, tanto en el ministerio como en el trabajo escolar secular. Se le ha descrito como hombre de cultura y erudición, con una mente sólida y un corazón bondadoso.


Campbell nació en Irlanda. Llegó a ser un maestro, pero no pasó mucho tiempo para que tuviera la habitual «experiencia» que le llevó a creer que estaba llamado por Dios para predicar. Campbell asistió a la Glasgow University y a Whitburn. Al terminar sus estudios, hizo un examen y recibió una licencia para predicar. Su esposa, Jane Corneigle, era de la congregación donde él predicaba. En 1798, Campbell se mudó a Rich Hill, Irlanda, y comenzó una escuela para complementar su ingreso. Él predicó y dirigió esta academia durante nueve años. Allí, su hijo Alexander creció en una atmósfera de erudición. La alta estima que Campbell le tenía a la Biblia causó una impresión temprana en la mente de Alexander. Él veía a menudo que su padre estudiaba la Biblia y que usaba una concordancia. Por medio de su estudio de la Biblia, Thomas se alejaba de los credos y las doctrinas de los hombres. Entre más división causada por las enseñanzas humanas veía, más atraído se veía, a depender de la Biblia.

Campbell adoleció de mala salud, y sus doctores le recomendaron un viaje prolongado.
En 1807, viajó a los Estados Unidos. Su esposa y sus seis hijos habían de seguirlo una vez que se estableciera. Poco después de llegar a Filadelfia, comenzó a predicar para los presbiterianos en Pennsylvania. No obstante, se halló enseñando doctrinas contrarias al credo de la Iglesia Presbiteriana, ideas que él creía que estaban en armonía con las Escrituras. Al cabo de un año, fue acusado de enseñar falsa doctrina. Hubo testigos que dijeron que él afirmaba que los credos y las confesiones de fe estaban sustentados por nada más que la autoridad humana.
Siete acusaciones se le formularon:
1. Rehusó incluir cualquier clase de experiencia mística como garantía de que él tenía a Cristo.
2. Negaba el uso de credos y de condiciones de comunión.
3. Sostenía que los ancianos laicos podían orar y exhortar en la adoración en público, cuando no había ministro disponible.
4. Creía que los cristianos debían tener la oportunidad de «oír de vez en cuando» a ministros de otros grupos donde «la adoración en público no estuviera corrompida por asuntos de invención humana».
5. Estaba en desacuerdo con la doctrina presbiteriana de la expiación.
6. Se le acusó de perfeccionista, lo cual él negaba. No se presentó prueba de esta acusación.
7. Se le acusó de invadir la parroquia de un Mr. Ramsay. Campbell reconoció haber predicado en Cannonsburg, «pero no en una congregación donde alguno de los ministros estaban establecidos». Esta cita para predicar no fue ordenada por el Presbiterio sino que fue una invitación de «algunas de las personas regulares y respetables de esa vecindad».
El Sínodo Asociado de Norte América votó a favor de suspender a Campbell para que no siguiera en el ministerio. No obstante, en vista deque solo tres miembros estuvieron presentes para la votación, la suspensión se revocó En 1808, el Sínodo decidió que, en lugar de suspenderlo, a Campbell solo se le debía «reprender y amonestar». Le ordenaron abstenerse de ciertas enseñanzas, y él renuentemente aceptó.

Aunque Campbell había vuelto al ministerio, el Presbiterio no le asignaba encargos para predicar, y no se le permitía buscarlos él mismo. Se le dio a entender claramente que era un miembro no grato del Presbiterio. Después vinieron las polémicas y las acusaciones de falsedad, que dieron como resultado que Thomas denunciara la autoridad del Presbiterio.

Campbell había visto los males de la división y llegó a ser manifiesto para él que los problemas residían en los credos humanos. Su hijo Alexander escribió más adelante:
Él objetaba, no tanto las doctrinas del credo de secesión, sino lo que se daba por sentado en cualesquiera formas de teorías u opiniones religiosas, tales como la fundación de la Iglesia de Cristo. Esto hacía alegando que las Sagradas escrituras, inspiradas divinamente, eran suficientes y completas y por sí solas bastaban para todos los propósitos contemplados por el autor de ellas, al darlas.

A Campbell se le impidió la entrada a los edificios de las iglesias, pero esto no impidió que siguiera predicando. Muchas familias presbiterianas le abrían sus puertas para que llevara acabo servicios de predicación. Su enseñanza era revolucionaria. «Sostenía que ninguna iglesiatiene autorización divina para considerar esenciales las confesiones de fe escritas por hombres; que en el mejor de los casos, tales confesiones eran simplemente opiniones de hombres mortales Pero la reacción más fuerte la produjo su declaración en el sentido de que Cristo murió por todos los hombres, y que cualquier hombre podía creer en él y ser salvo.» Grandes cantidades venían a oírlo, y muchos no estaban contentos con las iglesias establecidas. Las prédicas de Campbell recalcaban la insuficiencia de los credos humanos, la supremacía de la Biblia y un llamado a la unidad bíblica. Una de sus enseñanzas radicales era que la salvación no requiere una experiencia emocional. Consideraba que la fe es una respuesta inteligente a la presentación de las pruebas bíblicas.

Campbell era sumamente respetado por sus vecinos denominacionales, y el anuncio de que él estaba dejando el denominacionalismo causó una gran impresión en la comunidad. A raíz de esto, se llevó a cabo una reunión para todos los que estuvieran interesados en encontrar una base escrituraria para la unidad. Se escogió, para una de las más famosas reuniones del Movimiento de Restauración, realizada en 1808, la casa de
Abraham Altars, entree Mt. Pleasant y Washington,
Pennsylvania. Campbell repasó los eventos que llevaron a la reunión e hizo un vehemente llamado en contra de la división sectaria y a favor de la unidad cristiana. Terminó su discurso con el famoso lema que reza: «Hablamos donde la Biblia habla; callamos donde la Biblia calla».
Earl West comparó el forcejeo emocional que siguió, con la experiencia de hombres que salen de la intensa oscuridad a la luz, para ser cegados por un tiempo por la intensidad de esta. Con gran ansiedad, estos hombres estaban saliendo de la oscuridad del partidismo y las doctrinas hechas por hombres. Cuando salían a la luz de la verdad revelada, se tambaleaban para orientarse.
Después de esto, las actividades de Thomas Campbell y de los que estaban asociados con él, aumentaron a medida que avanzaban hacia la restauración de la iglesia neotestamentaria.

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