martes, 9 de marzo de 2010

07-Período de andar errantes en el desierto, desde el 1491 al 1451 a.C.

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Período de andar errantes en el desierto, desde el 1491 al 1451 a.C.
Desde el Éxodo hasta el cruce del Jordán
Éxodo 15—40; Levítico; Números; Deuteronomio


I. DESDE EL MAR ROJO HASTAEL SINAÍ
1. Cántico de liberación (Éxodo 15).
Las emociones de Israel, cuando se encontraba en la orilla oriental del Mar Rojo, no son fáciles de describir, ni siquiera de comprender. El sentimiento que prevaleció debió haber sido el de una humilde, aunque triunfal, gratitud. No había cabida para el orgullo. El peligro en el que habían estado había sido tan extremo, su liberación tan completa, y tan total de parte de Jehová, que ninguna otra alabanza, sino la que fuera para Él, se oyó en la magnífica oda que nos ha llegado como uno de los monumentos de liberación.

2. La marcha a Refidim. Israel no podía entretenerse en la escena del triunfo. La organización nacional ha de ser completada en Sinaí. Aquella ruta bordea por alguna distancia, la orilla oriental del mar; con el “desierto de Shur”, tal como se le llama al distrito, por el norte, y el “desierto de Sin” por el sur. El endulzamiento de las aguas de Mara y el acampamiento junto a las doce fuentes y las setenta palmeras de Elim fueron incidentes de la marcha. Un mes había pasado desde el éxodo. Entran al terrible desierto de Sin. El alimento que traían de Egipto comienza a faltarles, y a los dolores de la sed se suman los presagios de hambre. Olvidados de las liberaciones del pasado y de las seguras promesas de Dios, el pueblo apila amargos reclamos sobre Moisés por haberlos traído al desierto a morir. Y ahora da comienzo aquel milagro de misericordia, el maná, el cual los siguió diariamente, durante los cuarenta años que anduvieron errantes, y el cual Jesús usa como el hermoso símbolo de sí mismo, como el pan del cielo que él es.


3. El acampamiento en Refidim. Israel ahora dejaba la dura llanura del desierto de Sin y acampaba en el valle de Refidim. Estaban entrando a los desfiladeros del distrito montañoso, conocido como Horeb. Aquí nuevamente sufren por falta de agua. Moisés golpea la roca, y el agua fluyó en abundancia. Aquí los amalecitas infligieron un fieroataque, no provocado. El ataque fue repelido por hombres escogidos bajo elliderazgo de Josué, mientras que Aarón y Hur sostenían las manos de Moisés en oración. Aquí también, a Moisés se le unió su familia, la cual se había quedado con Jetro durante el gran pulso y el éxodo. Jetro asistió a Moisés con valioso consejo respecto a la administración de justicia.

II. EL AÑO EN EL SINAÍ
De Refidim, Moisés llevó a Israel al Monte Sinaí. El acercamiento a través de profundos desfiladeros fue bien calculado, como para llenarlos de asombro. Acamparon por fin en una llanura plana, en frente del Monte Santo, el cual era como un enorme altar de granito, que se levantaba abruptamente hasta una altura de quinientos metros.

1. El pacto nacional (Éxodo 19–20). El pacto Abrahámico, el cual muy a menudo se había renovado durante los tiempos patriarcales, y a Moisés recientemente, junto a la zarza ardiente, fue aquí solemnemente renovado y expandido hasta convertirse en un pacto nacional. El que había llamado a Abraham y que había tenido cuidado de los patriarcas; el que había oído el clamor del pueblo cuando estaba en Egipto y que los había redimido de la esclavitud; el que los había llevado y los había alimentado durante su peregrinaje por allá, ahora propone introducirlos en un peculiar pacto de relaciones con él. El pacto proferido por Dios a través de Moisés, era aceptado por el pueblo, escrito en un libro, y solemnemente ratificado con sacrificios y el rociamiento de sangre. Este pacto fue expandido hasta convertirse en los Diez Mandamientos, los cuales fueron originalmente pronunciados en la cumbre del Sinaí, en medio de truenos y relámpagos y un terremoto. Luego fueron escritos por Dios en unas tablas de piedra. Estos mandamientos son los siguientes:

1) No tendrás dioses ajenos delante de mí.

2) No te harás imagen.

3) No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano.

4) Acuérdate del día de reposo para santificarlo.

5) Honra a tu padre y a tu madre.

6) No matarás.

7) No cometerás adulterio.

8) No hurtarás.

9) No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.

10) No codiciarás.

Tal fue el sublime código que se entregó en el Sinaí, mil años antes de las doce tablas de Roma, y quinientos años antes de las leyes de Lycurgus. El decálogo fue, todavía, después expandido hasta llegar a ser un cuerpo completo de leyes civiles y ceremoniales.

2. El sacerdocio nacional. En los tiempos patriarcales, el cabeza de familia actuaba como sacerdote. Después del éxodo, aunque la nación entera era considerada santa, los primogénitos lo eran en forma especial (Éxodo 13.2, 11–15). Más adelante, la tribu de Leví fue apartada como una tribu sacerdotal, en lugar de serlo el primogénito (Números 3.5–13). La familia de Aarón fueron consagrados como sacerdotes propiamente dichos, mientras que Aarón mismo, y después de él, sus hijos mayores, en sucesión perpetua, ocuparon el más alto oficio de la nación judía, el de Sumo Sacerdote.

3. Las fiestas nacionales. Había tres fiestas anuales. Las tres constituían memoriales de importantes eventos de su historia nacional, a la vez que fueron programadas para celebrar fases sucesivas de las estaciones de la cosecha.
a. La pascua, o la fiesta de los panes sin levadura, fue instituida la noche del éxodo, y conmemoraba la liberación de la esclavitud; la cual aunque caía en Abib 14–21 (el comienzo de nuestro mes de abril), ella también celebraba el comienzo de la cosecha. Los principales rasgos eran el cordero pascual, comido con pan sin levadura y yerbas amargas, y la ofrenda mecida de una gavilla de grano maduro como símbolo de gratitud al Dios de la cosecha.

b. La fiesta de las semanas, o Pentecostés.— Ésta tenía lugar cincuenta días después de la pascua, y con ella se celebraba la conclusión de la cosecha del grano. Los judíos tardíos también la consideraban como un memorial de la entrega de la ley, la cual ocurrió cerca de cincuenta días después de la primera pascua. La principal ceremonia religiosa era la ofrenda de las primicias, en la forma de un pan horneado.
c. La fiesta de los tabernáculos, o de la cosecha.— Ésta era observada desde el décimoquinto hasta el vigésimosegundo día del sétimo mes. Era una especie de cosecha hogareña —una celebración de la cosecha de los frutos. Era el día de acción de gracias judío. Como memorial de los cuarenta años de vida en tiendas en el desierto, vivían durante una semana en casetas de ramas.

4. El santuario nacional. Durante el año que estuvieron en Sinaí el tabernáculo fue construido. Era un templo pequeño, portátil, de 4.6 m por 13.7 m. El “Lugar Santo”, de
4.6 m por 9.1 m, contenía el altar del incienso, la mesa para el pan de la proposición, y la lámpara de siete brazos, toda de oro. El “Lugar Santísimo” era
un cubo de un metro y medio cuadrado, y no contenía mobiliario, excepto la sagrada arca en la cual estaban colocadas las tablas de la ley, el tazón de maná, y la vara de Aarón que reverdeció. Al Lugar Santísimo no entraba nadie excepto el Sumo Sacerdote, y éste, sólo el gran día de la expiación, cuando hacía la ofrenda anual por los pecados del pueblo. En el atrio abierto, alrededor del tabernáculo, estaban colocados el altar de las ofrendas quemadas y la fuente. El tabernáculo fue transportado con ellos durante el tiempo que vagaron por el desierto, y fue después establecido en Silo, el cual continuó siendo la sede de la adoración nacional por más de cuatrocientos años, hasta que se construyó el templo de Salomón.

5. Los sacrificios nacionales. Los rasgos centrales de la adoración hebrea los constituían los sacrificios. Estos podrían ser de animales o de frutos de la tierra. Había tres clases de sacrificios de animales:
a. Ofrendas quemadas.— Éstas eran ofrecidas diariamente, mañana y tarde; eran totalmente consumidas, y constituían un simbolismo de una entera consagración a Dios.
b. Ofrendas de paz.— La característica de éstas era la reserva de una porción del sacrificio para un festival al cual el ofrendante podía invitar a sus amigos. Eran expresiones de convivencia, comunión con Dios, y a veces eran ofrecidas en gran
número.

c. Ofrendas por el pecado.— Éstas podían ser individuales o nacionales. En todo caso, el sacrificio consistía de una sola víctima. Una porción era consumida sobre el altar; una porción era comida por el sacerdote, pero el utensilio en la cual era cocinada debía ser restregado, si era de metal, o debía ser roto, si de arcilla. Las entrañas, y lo demás, eran quemados fuera del campamento. El ritual de las ofrendas por el pecado se hacía con el fin de imprimir la lección de la impureza que viene por causa del pecado.
6. La apostasía nacional. Al pie del Sinaí ocurrió la primera violación del pacto nacional. Estando Moisés ausente por estar en el monte, el pueblo clamó por tener dioses que fueran delante de ellos. Aarón cedió. Imitando la adoración de becerros, que se hacía en Egipto, hizo un becerro de oro, e Israel se involucró en un festín idólatra. Fue una violación directa del segundo mandamiento. Moisés regresó con las tablas de piedra en su mano. Como habían roto el pacto, él rompió las tablas, en las cuales éste estaba escrito. A través de su intercesión el pueblo fue restaurado, pero esto no ocurrió sino hasta que tres mil de ellos cayeron como víctimas del castigo por el crimen de ellos; el pacto fue renovado y nuevas tablas se prepararon.

III. DESDE SINAÍ HASTA CADES
1. El censo. Antes de levantar el campamento del Sinaí, un censo de las tribus fue hecho. Treinta y ocho años después, al cierre del período en que anduvieron errantes por el desierto, un segundo censo fue hecho. Es este doble censo el que le da su nombre al libro de Números.

2. La marcha a Cades. De Sinaí, un año después del éxodo, Israel marchó hacia Cades la cual se encuentra en el límite sur del desierto de Canaán. La ruta ofrece un desgastante desierto. Estando en Tabera el algunos del pueblo rompió en amarga murmuración, y fueron consumidos por fuego. Antes de reanudar la marcha, instigados por la multitud mezclada que les acompañaba, Israel despreció el maná y anheló el alimento que tenía en Egipto. Entonces se les envió codornices en enormes cantidades; pero con ellas vino una plaga por la cual perecieron multitudes, y el campamento de Tabera (incendio) llegó a ser conocido como Kibrot-hataava (sepulturas de la codicia). Otro incidente doloroso de la marcha fue la sedición de Aarón y María.

María fue atacada con lepra, pero restaurada por intercesión de Moisés.

3. La crisis de fe. De Cades, doce espías fueron enviados para explorar la tierra. Éstos regresaron alabando la tierra unánimemente, y trayendo deliciosos frutos como pruebas de su fertilidad. Pero todos menos Caleb y Josué describieron la tarea de la conquista como imposible. La fe de la nación entró en una completa crisis. Propusieron elegir a otro líder y regresar a Egipto. Caleb y Josué, como buscaban la forma de darles ánimo, con costo escaparon de ser apedreados. A menudo la fe del pueblo se había debilitado y flaqueado anteriormente; pero jamás habían vuelto sus espaldas a la tierra prometida deliberadamente, ni sus rostros hacia la casa de esclavitud. Éste fue el clímax de la incredulidad (Hebreos 3.19). La incrédula generación fue sentenciada a andar errantes durante treinta y ocho años, hasta que uno por uno los huesos de ellos cayeron para desteñirse en el desierto. Caleb y Josué fueron los únicos que sobrevivieron para entrar a Canaán. Estos treinta y ocho años fueron casi estériles en cuanto a eventos. El castigo de un violador del día de reposo, la rebelión de Coré, Datán y Abiram, y la confirmación de la autoridad de Aarón como sumo sacerdote por medio del reverdecimiento de su vara, son incidentes de este período. Al cierre del mismo, Israel se reúne nuevamente en Cades, para el avance final hacia Canaán.

IV. DE CADES HASTA EL JORDÁN
En la segunda permanencia en Cades, Moisés y Aarón pecan una segunda vez por golpear la roca, y no se les permite por ello entrar a la tierra prometida. Aquí es donde María muere. Los edomitas, descendientes de Esaú, se rehúsan a dejarlos pasar por el territorio de ellos, e Israel hace un largo desvío por el sur, tocando el brazo oriental del Mar Rojo. En el camino muere Aarón, y es enterrado en el Monte Hor. Una peste de serpientes es enviada como castigo por un resurgimiento de la incredulidad. Moisés levanta la serpiente de bronce, un medio de sanidad, y un tipo de Cristo en la cruz. Israel conquista Og y Sehón, que eran poderosos jefes de los amorreos al este del Jordán. Las tribus de Rubén, Gad y la mitad de los de Manasés se asientan en el territorio de éstos. El rey de Moab, alarmado por el victorioso progreso de Israel, soborna al renombrado vidente Balaam para que los maldiga. Sus maldiciones son convertidas cada vez en bendiciones en sus labios. Pero logra indirectamente lo que no pudo hacer
directamente. Involucra a Israel en pecado con parte de Deuteronomio. Desde la cumbre de Pisga, Moab y Madián, y miles del pueblo de Dios caen al este del Mar Muerto se le concede una visión de por la plaga que les es enviada como castigo. Pero la tierra prometida. Allí muere, y es enterrado en por fin, a pesar de los peligros de los desiertos una sepultura desconocida. Su obra estaba hecha. estériles, los fieros enemigos y la propia incre-Había redimido a su pueblo, transformado una dulidad de ellos, Israel acampa junto al Jordán, raza de esclavos en una nación organizada, y los sobre la margen oriental. Moisés pronuncia su había llevado hasta la entrada de la tierra pro-discurso de despedida, el cual constituye la mayor metida. Entrega juntas, su misión y su vida. ¦

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