Intervalo
entre el Antiguo Testamento
y
el Nuevo Testamento
I. INTRODUCCIÓN:
ABISMO EN LAHISTORIA —FUENTES DE INFORMACIÓN
Entre el Antiguo
Testamento y el Nuevo Testamento se extiende un abismo histórico de
cuatrocientos años. Fue durante esos siglos cuando Grecia produjo sus obras
maestras de la literatura y del arte; cuando Alejandro llevó el poder de las
armas y el más beneficioso poder de las artes griegas a todo el Oeste de Asia.
Al mismo tiempo, Roma, después de haber sido una ciudad fronteriza, asentada
junto al Tíber, había crecido hasta llegar a ser la vasta “Monarquía del
Mediterráneo”; algo que, sin proponérselo, le sucedió por medio de sus
carreteras, sus leyes y su civilización, a través de lo cual se preparó el
camino para todavía una mayor extensión del reino de justicia de Dios. Durante
estos siglos la voz del profeta hebreo y la pluma del historiador inspirado
estuvieron igualmente silenciadas. Dependemos de tres fuentes principales para
poder tener conocimiento acerca de los asuntos de los judíos:
1. Los documentos
apócrifos del Antiguo Testamento. Éstos son escritos judíos de este período;
constituyen una especie de apéndice del Antiguo Testamento, el cual no fue
inspirado. Éstos arrojan considerable luz sobre la historia de aquel tiempo;
pero caen muy por debajo del nivel de los libros canónicos. Mientras que los
monumentos de Egipto, los ladrillos con inscripciones de Babilonia, las
tabletas de arcilla de Nínive, y una multitud de otros descubrimientos
confirman cada vez más la precisión histórica de los registros de la Escritura , los escritos
apócrifos han demostrado tener abundantes anacronismos y otros errores
históricos y geográficos. De entre los apócrifos, el primer libro de los
Macabeos es el más valioso de la colección, desde el punto de vista histórico.
2. Los escritos de
Josefo. Josefo fue un historiador judío, nacido en el 37 d.C. Sobrevivió el
sitio y la destrucción de Jerusalén, por parte de
Tito, y escribió
dos obras importantes: “Antigüedades de los judíos”, la cual es una historia
completa desde la creación, y “Guerras de los judíos”, la cual da un relato de
la historia de su propio pueblo, desde el 170 a .C., hasta su propio tiempo.
3. Los escritores
romanos y griegos.
II. PERÍODOS
POLÍTICOS
La historia
política abarca seis períodos: 1) Los persas; 2) Los macedonios; 3) los
egipcios; 4) los sirios; 5) los macabeos, o período independiente; y 6) los
romanos.
1. El período de
los persas (538–332 a.C.). Este período comienza con la toma de Babilonia, por
parte de Ciro el Grande, y el consiguiente traslado de la lealtad de los judíos
hacia el poder persa. Por lo tanto, la más grande porción del período está
cubierta por el período del postexilio, de la historia del Antiguo Testamento.
Mientras estuvieron bajo el dominio de los persas, los judíos fueron usualmente
gobernados por su propio Sumo Sacerdote, el cual estaba sujeto al sátrapa o
gobernador sirio. El gobierno persa fue blando en gran manera. Los problemas
continuaron con los samaritanos. Éstos, como se recordará, constituían un
remanente de las diez tribus, el cual se amalgamó con asirios importados. Éstos
estuvieron reforzados, a menudo, por judíos renegados, uno de los cuales, un
sacerdote llamado Manasés, construyó un templo sobre el monte Gerizim, cerca
del 400 a .C.
(cf. Juan 4.20). Los samaritanos poseían el Pentateuco, creían en Dios,
ofrecían sacrificios y esperaban un Mesías. La religión de ellos se puede
describir como un judaísmo degenerado. 2. El período de los macedonios (332–323
a.C.). En la primavera del 334, Alejandro entró en Asia cuando cumplía con su
inigualable serie de conquistas. Al derrotar a Darío en Granicus y en Issus, y
al tomar a Tiro, después de una obstinada resistencia de siete meses, barrió a
través de Palestina con el fin de llegar hasta Egipto. Josefo menciona una
interesante historia acerca de cómo Jaddua, el sumo sacerdote, andando éste a
la cabeza de una procesión, se encontró con Alejandro fuera de la ciudad de
Jerusalén. También describe cómo Alejandro fue movido a una inusual reverencia
al ver aquella procesión; y cómo se abstuvo de saquear a la ciudad, lo cual
usualmente hacía; y cómo ofreció adoración al Dios de los judíos; y cómo les
explicó a sus oficiales, que su inusual conducta obedecía a un sueño que tuvo
en Macedonia, en el cual había visto al sumo sacerdote, quien allí le dijo que
él debía conquistar a los persas.1 De todas formas, Alejandro y sus sucesores,
parecen haber estado impresionados por el valor de los judíos como
colonizadores que eran; pues les extendieron privilegios a los colonos judíos,
tales como el asentarse en el Nilo; al punto que Alejandría llegó a ser el
centro de una gran población judía, y una sede de erudición judía. 3. Período
egipcio (323–204 a.C.). Alejandro murió en Babilonia en el 323 a .C. Después de veinte
años de confusa lucha entre sus generales por la división de su imperio, alguna
medida de orden emergió. Seleuco obtuvo la parte más grande de las provincias
asiáticas. Éste, al pasar por las capitales antiguas del oriente, tales como
Susa, Babilonia y Damasco, fundó sobre el Orontes, cerca del Mediterráneo,
la espléndida ciudad de Antioquía. De
allí que, por dos siglos y medio, los seléucidas (descendientes de Seleuco)
gobernaran al rico reino sirio, y allí, por varios siglos más, se concentró la
riqueza y la cultura de Asia. Ptolomeo ganó a Egipto, con su nueva capital,
Alejandría, la cual rápidamente llegó a ser la metrópolis comercial y literaria
de todo el oriente. Estos dos reinos y capitales fueron rivales por mucho
tiempo. Ptolomeo, desde el comienzo, le arrebató Palestina a Seleuco. El siglo
durante el cual gobernó Ptolomeo fue principalmente, un período de prosperidad
para los judíos. El evento más notable fue la traducción de las escrituras
hebreas al griego, lo cual se hizo por orden de
Ptolomeo Filadelfo,
para la gran biblioteca de Alejandría. La obra se conoce como la Septuaginta , a raíz
del tradicional número de traductores que participaron. 4. El período sirio
(204–167 a.C.). Palestina llegó a ser, nuevamente, materia de desavenencia
entre los poderes rivales. La familia seléucida, al final recuperó la tierra de
manos de los Ptolomeos. El período de gobierno sirio fue el más oscuro y, sin
embargo, el más glorioso de todos los cuatrocientos años. Los seléucidas eran
tiranos disolutos. Antíoco Epifanio (175–164 a.C.) fue el más notorio de todos
ellos. Al regresar, en una ocasión, de ser derrotado en Egipto, se desahogó de
su venganza con Jerusalén. Masacró a cuarenta mil personas de su población,
despojó el templo de sus tesoros, y ultrajó el sentimiento religioso de los
judíos sacrificando una puerca sobre el altar, y rociando el interior del
templo con el licor, en el cual una porción de la inmunda bestia, había sido
hervida. Buscó, por todos los medios, la manera de acabar con la religión y el
espíritu hebreos, y de hacer griega a la nación. Cerró el templo, y prohibió la
religión judía bajo pena de muerte. Fueron multitudes de judíos, los que
heroicamente sacrificaron sus vidas antes que su fe. Los líderes de esta
heroica resistencia pertenecieron a una familia de sacerdotes patriotas
conocidos como los Macabeos. 5. El período de los Macabeos (167–63 a.C.). Una
guerra de independencia fue iniciada por un anciano sacerdote llamado Matatías,
y ésta fue continuada durante treinta años por sus hijos. Judas, el “Wallace”
judío, ganó cinco batallas en un año, las cuales peleó contra un ejército diez
veces mayor que el suyo; y ganó también el título de “Macabeo” (Martillo), el
cual se había asociado con la familia. Judas tuvo tanto éxito, que abrió de
nuevo el templo, lo limpió y lo volvió a dedicar, en memoria de lo cual, la
fiesta de la Dedicación
continuó siendo observada (Juan 10.22). Judas, por fin cayó en batalla; pero
una independencia llena de problemas fue, por fin, ganada por su hermano Simón,
la cual fue reconocida por los sirios. Juan Hircano, el hijo de Simón, le
sucedió con el título de rey. Así, fue fundado el reino asmoneo, llamado a sí
en honor a Asmón, un antepasado de los Macabeos. 6. El período romano (63 a .C. al 70 d.C., desde la
toma de Jerusalén, por parte de Pompeyo, hasta la destrucción de ésta por parte
de Tito). Los años de cierre del período de los Macabeos fueron años de
miserables luchas civiles. Los diferentes miembros de la familia de los
asmoneos rivalizaron por alcanzar al trono; y las conspiraciones y las
reacciones a éstas, los asesinatos en uno y otro bando y las búsquedas de apoyo
de parte del emergente poder de Roma, mancharon los registros históricos. En el
año 63 a .C.,
Pompeyo el Grande, al concluir éste la tercera guerra Mitridática, dirigió sus
victoriosas legiones a Siria, acabó con el reino de los seléucidos y, con la
toma de Jerusalén, extinguió las últimas chispas de vida política independiente
que tenían los judíos. Por un tiempo los asmoneos continuaron siendo los
gobernantes locales, sin embargo, estaban sujetos, por medio del gobernador
romano de Siria, al despótico poder que emanaba del Tíber. La familia
herodiana. Pero esta vez, una nueva fuerza personal entra en escena. Por un
siglo la familia herodiana desempeñó el papel principal en la historia judía;
fue un siglo trascendental, el cual fue testigo del nacimiento y obra de
Jesucristo, y de la fundación de la iglesia. Herodes el Grande (37– 4 a .C.) era descendiente de
idumeos (edomitas). En el 47 a .C.
su padre, Antípater, fue hecho gobernador de Judea. Al mismo tiempo, Herodes
fue hecho gobernador de Galilea. En el 40 a .C. fue nombrado rey de Judea por el senado
romano, pero tenía que conquistar su reino, lo cual logró en el 37 a .C. Se casó con Mariamne,
la nieta del sacerdote rey judío, Hircano, uniendo así sus pretendidos derechos
al trono a los de la línea de los asmoneos. Herodes poseía un genio para el
gobierno, el cual fue raramente igualado; pero sus vicios eran aún mayores. Fue
inescrupuloso en los medios, crasamente licencioso, y enfermizamente
desconfiado. Así, víctima tras víctima cayó ante sus fatales celos; entre
éstas: su suegra, su cuñado, dos de sus hijos y su propia bella Mariamne.
Atrajo sobre sí el odio de los judíos al introducir razas y otras costumbres
griegas a Jerusalén. Para expiar su culpa por esto, ante los ojos de ellos,
reconstruyó el templo, haciéndolo mucho más grande que el de Salomón, y
vastamente más rico que el de Zorobabel. También reconstruyó la antigua ciudad
de Samaria, llamándola Sebaste, y fundó la nueva ciudad de Cesarea, haciéndola
la capital política de Palestina. A pesar del hecho de que “su trono estaba
bañado con la sangre de sus allegados”, le dio al reino el más grande esplendor
externo que jamás conoció, excepto en los reinados de David y Salomón. Sin
embargo, todo este esplendor material no pudo cegar a los judíos, los cuales
estaban orgullosos de su linaje y de su glorioso pasado, al hecho de que eran
una raza sujeta. Sus cadenas pudieron haber estado bañadas en oro, pero no por
ello dejaban de ser cadenas. Herodes mismo era de una raza extranjera y el
gobernó como representante de otra raza extranjera. El tabernáculo de David
estaba, al fin y al cabo, caído, y los espíritus electos de la nación, el “Israel
dentro de Israel”, esperaba y anhelaba a aquel que habría de levantarla y
construirla como en tiempos pasados (Amós 9.11).
III. CAMBIOS EN LA VIDA Y ENLAS COSTUMBRES
1. Ocupación. Los
hebreos fueron originalmente agricultores y criadores de ganado. En los días de
Salomón, y bajo el reinado de algunos de los reyes posteriores, se involucraron
en alguna medida, en el comercio exterior. Pero la amplia dispersión, la cual
tuvo lugar desde la época de la cautividad en adelante, los convirtió en una nación
de comerciantes, una característica que jamás perdieron.
2. Idioma. Los
grandes cambios también se dieron en el idioma. Desde los tiempos de la
cautividad las formas caldeas, sirias, y persas ya se habían introducido y, con
el paso de los siglos, el resultado fue similar a lo que ocurrió en Italia con
la invasión de los bárbaros. El italiano moderno no es el latín clásico; aunque
sus raíces se encuentran en éste. Similarmente, el hebreo clásico llegó a ser
una lengua muerta, y el arameo llegó a ser el idioma común en Palestina, al
comienzo de la era cristiana.
3. Religión. Los
cambios en la religión se pueden resumir así: a. La idolatría desaparece para
siempre.— Hicimos notar que antes de la cautividad, había una constante
tendencia a imitar la adoración pagana que había alrededor de ellos. Al final
esto abrió paso a un intenso aborrecimiento de todo lo que tuviera sabor a
paganismo. b. Surgimiento de la sinagoga.— No hay traza de la sinagoga en el
Antiguo Testamento. Es posible que ésta surgiera durante la cautividad debido a
la ausencia de los servicios del templo. Bastaban diez hombres para formar una
sinagoga. Había cientos de ellas en Jerusalén, y en muchas de las grandes
ciudades del imperio. Los servicios consistían de oraciones diarias a las horas
del sacrificio diario, de lecturas el día de reposo y de exposiciones de las
Escrituras; y cerraban con una bendición. c. Surgimiento de las sectas judías.—
Éstas fueron: 1) Los fariseos, los cuales se apegaban a una ley oral de Moisés,
transmitida por la tradición, la cual tenía igual autoridad a la ley escrita.
Se apegaban tenazmente a la doctrina de la resurrección y de una vida futura.
Eran separatistas rígidos, se oponían a la introducción de costumbres gentiles.
Realmente constituían la mejor porción de la nación, lo cual preservó la
identidad nacional, en medio de las fuerzas desintegradoras que estaban en
acción. 2) Los saduceos. Éstos se oponían a los fariseos en todos los puntos
anteriores, negaban la autoridad de la ley oral, negaban la resurrección y una
vida futura, y favorecían un trato libre con las naciones que había alrededor
de ellos, con las costumbres y con las ideas de ellas. Eran los políticos que
abogaban por mantener el favor de los romanos. El sumo sacerdote era,
usualmente, del partido de los saduceos. 3) Los escenios eran una pequeña secta
de ascéticos que se retiraban de la sociedad, no se casaban, y se pasaban el
tiempo dedicados a la contemplación. Ellos eran los ermitaños judíos. Así
estaba la tierra, tal era el estado de la nación, en la víspera de la más
grandiosa era del mundo. El lado carnal del pacto abrahámico ha llegado y ha
ido más allá de su más grande desarrollo. El lado espiritual, ensombrecido por
tanto tiempo, pero recalcado cada vez más por los grandes profetas conforme los
siglos pasan, está ahora a punto de hallar su amplio cumplimiento.
La estaca llena de
espinos, del judaísmo ha madurado, y está a punto de florecer para convertirse
en la religión, a nivel mundial, de Jesús el Cristo.
Clasificación de
los 27 libros del Nuevo Testamento
1. Biografía
A. Mateo
B. Marcos
C. Lucas
D. Juan
2. Historia
A. Hechos
3. Epístolas
paulinas
A. Romanos
B. 1 Corintios
C. 2 Corintios
D. Gálatas
E. Efesios
F. Filipenses
G. Colosenses
H. 1 Tesalonicenses
I. 2 Tesalonicenses
J. 1 Timoteo
K. 2 Timoteo
L. Tito
M. Filemón
4. Epístolas generales
A. Hebreos
B. Santiago
C. 1 Pedro
D. 2 Pedro
E. 1 Juan
F. 2 Juan
G. 3 Juan
H. Judas
5. Profecía
A. Apocalipsis
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