martes, 9 de marzo de 2010

02-Introducción

0

Introducción


I. ¿POR QUÉ ESTUDIAR LA HISTORIA BÍBLICA?
La pregunta es apropiada. Se espera del ministro que estudie la Biblia. Es su oficio conocerla, y enseñársela a otros. Se espera de todos los cristianos que lean sus Biblias como un medio para la edificación personal en privado. Pero, ¿por qué hacer que un curso sistemático de historia bíblica forme parte de un currículo universitario?

1. Porque la Biblia es tan ampliamente conocida. Las historias contenidas en ella son leídas o repetidas en todo hogar de la cristiandad. Ella ocupa la posición suprema en la iglesia, y un lugar honrado en el las organizaciones fraternales, la sala legislativa y en las cortes de justicia. Está entretejida en la más grandiosa y moderna literatura, y ha sido traducida a trescientos idiomas y dialectos. Ya sea directa, o indirectamente, ella crea diez veces más libros que cualquier otro libro del mundo. Un libro tal, tan ampliamente conocido, y tan creativo, debería ser incluido en cualquier plan de cultura liberal.
2. Porque es tan poco conocida. Las personas leen acerca de la Biblia más que la Biblia misma. La leen más de lo que la estudian. El conocimiento de tales personas, acerca de la Biblia, es superficial y fragmentario. No tienen una visión clara e integrada de ella. El estudiante aprende a bosquejar la historia de Egipto y de Persia, de Grecia y Roma. ¿Cuántos graduados universitarios podrían hacer un relato inteligente de Abraham, o Moisés, o David, o de por lo menos una docena de hechos en orden, de la vida de Jesús o de Pablo?


3. Porque el plan de la Biblia es histórico. No es lógico ni científico. La redención se despliega históricamente en sus páginas; debería ser estudiada históricamente. No hay duda de que se puede extraer algo bueno de un versículo, un hecho, un personaje de la Biblia, sacado de su contexto Esta estadística refleja el avance en las traducciones de 1921. Histórico; ¡cuánto más si se le restaurara a sus conexiones! Imagine una obra maestra cortada en fragmentos y exhibida en partes para que la admiremos; ¡por aquí un arbusto, por allá una roca, y en otro fragmento un parche de cielo azul o un plácido lago que lo refleja! Cada parte, sin duda, tiene su propio mérito, sin embargo no es así como las personas estudian las sublimes creaciones artísticas; ni deberían estudiar así las más sublimes revelaciones del Espíritu. En sí mismas, la Magna Carta, las Tesis de Lutero, o el carácter de Abraham Lincoln, son sin duda dignos de estudio diligente; vistos en la perspectiva de la historia, son de interés que sobrepasa. Si usted conociera a Abraham, o a Moisés, o a David, o a Pablo, si usted comprendiera el pacto abrahámico, las escenas del Sinaí y del Calvario, o el sermón de Pentecostés, usted debe conocerlos como partes de una sublime totalidad. La Biblia debería ser estudiada históricamente.

4. Para darse cuenta uno de la unidad que ella guarda. La Biblia no es un libro; se trata de muchos libros. Sus cuarenta autores estuvieron separados por largos trechos de distancia y muchos siglos de tiempo. Procedían de todo nivel cultural, desde arreadores de ganado y pescadores hasta poetas de la realeza y eruditos disciplinados. La gama de matices en cuanto a la clase de composición literaria es igualmente grandiosa; historia, leyes, poesía épica y lírica, proverbios, profecía, parábolas, oración, epístola, sermón, todos encuentran su lugar en estas maravillosas páginas. Además, estos cuarenta autores trabajaron en gran manera sin darse cuenta del trabajo del uno y del otro. Y sin embargo es un libro. Los cuarenta autores trabajaron con una verdadera, aunque inconsciente, unidad de espíritu y propósito. El hilo íntegro del propósito divino, el hilo escarlata de la redención humana mediante el sacrificio divino, corre a través de los sesenta y seis folletos, uniéndolos en uno solo. Poco a poco, era tras era, ese propósito se despliega;
“primero la espiga, luego la mazorca, y por último el grano en la mazorca”. Cristo es el punto de enfoque del cuadro. Sobre su cabeza caen las líneas convergentes, sea que corran hacia adelante desde el paraíso perdido, o hacia atrás, desde el paraíso recobrado. Cristo es la clave; sin él, todo es caos; con él todo es cosmos, belleza, orden y unidad.

5. Como libro de la historia humana. Nadie puede alegar tener una amplia cultura si ignora la historia de su propia raza. Las más sublimes lecciones de heroísmo o necedad personal, las ricas literaturas de todos los tiempos, están engastadas dentro de la historia. La Biblia traza con extraordinaria plenitud el origen y fortunas de una de las razas más extraordinarias, la de los hebreos. El hilo de la historia de ellos está entrelazado con las fortunas de toda gran nación de la antigüedad. Así, Caldea, Egipto, Asiria, Babilonia, Persia, Macedonia y Roma son todas tocadas, a su vez.
6. Para preservar la fe de uno en la Biblia. Superamos mil concepciones de la niñez. Después de años de ausencia regresamos al hogar de nuestra niñez. ¡Cuánto ha cambiado todo! La vieja casa y el granero, los campos en los que jugábamos o trabajábamos, la pendiente de la colina en la que nos deslizábamos, la poza del río en la que nos zambullíamos o pescábamos o el lugar en el que patinábamos, todo se ha reducido en sus dimensiones. Nuestra vida, por dentro y por fuera, se ha agrandado. Junto con otras ideas de la niñez, existe el peligro de que echemos nuestra fe en la Biblia de nuestro padre. Nuestro peligro reside en nuestra real ignorancia de ella; el remedio, en un mejor y más comprensivo conocimiento.

II. EL OBJETO DE LA HISTORIA BÍBLICA
El objeto primordial es religioso. La religión es importante en toda historia. Ella está entrelazada con el arte, la poesía, las leyes, las costumbres, la vida hogareña, a menudo con grandes guerras. Aún así, como regla, se le trata como algo incidental, como algo secundario. La vida intelectual y política, la construcción de los grandes imperios o
de espléndidos monumentos arquitectónicos, la
creación de obras maestras de arte, o del derecho o de la literatura, —éstas son las que tienen el primer lugar.

En la historia bíblica, por el contrario, el propósito religioso es el que predomina. Es cierto que desde el comienzo hasta el final de su maravillosa historia, el pueblo escogido de Dios estuvo en contacto con toda gran nación de la antigüedad. A través de la Biblia nos enteramos de los pasos que los llevaron a su ascendencia al poder, y las causas del descenso de ellos. A pesar de ello, en la Biblia, la historia general es algo incidental. El propósito primordial es trazar el origen y desarrollo histórico de la verdadera religión en sus tres grandes fases —patriarcal, judía, y cristiana. Aun si alguien no creyera en una gran religión histórica, el tal no puede darse el lujo de permanecer sin una concepción inteligente de ella.

III. LAS ERAS DE LA HISTORIA BÍBLICA
Son tres eventos capitales los que dividen la historia bíblica en tres grandes eras o dispensaciones. Éstas son: 1) La entrega de la ley de Moisés en el monte Sinaí; 2) el derramamiento del Espíritu Santo, el día de Pentecostés;
3) La muerte del último de los apóstoles. De manera que las eras pueden ser definidas así:

1. La era patriarcal,2 4004 al 1491 a.C. Desde la creación hasta la entrega de la ley.
2. La era judía, del 1491 a.C. al 30 d.C. Desde la entrega de la ley hasta el derramamiento del Espíritu Santo.
3. La era cristiana, del 30 al 100 d.C. Desde el derramamiento del Espíritu Santo hasta la muerte del apóstol Juan. La característica de la primera, es la familia —revelación familiar, religión familiar, gobierno familiar; la de la segunda, es la nación —religión nacional, un pacto nacional; la de la tercera, es la raza humana —una religión y mensaje que abarcan la totalidad del mundo. Dios habló en la primera era a las familias por medio de los patriarcas; en la segunda, a la nación, por medio de Moisés, y en la tercera, le habla a todo el mundo por medio de su Hijo.

IV. LOS PERÍODOS DE LA HISTORIA DEL
ANTIGUO TESTAMENTO
Para poder poner los eventos de la historia en una perspectiva apropiada, uno debe sujetar firmemente algunas de los hitos de la historia y sus fechas. Una hora que se emplee en conocer los siguientes períodos, con el hábito de siempre referir cada evento a su período correspondiente, demostrará ser un beneficio para toda la vida:

1. Período antediluviano, del 4004 al 2348 a.C. Desde la creación hasta el diluvio.
2. Período postdiluviano, desde el 2348 al 1921 a.C. Desde el diluvio hasta el llamamiento de Abraham.
3. Período patriarcal, desde el 1921 hasta el 1706 a.C. Desde el llamamiento de Abraham
La cronología bíblica temprana es muy incierta. Dado que no hay sistema mejor, el de Ussher, que es el que se hace notar en los márgenes de nuestras Biblias, es el que seda aquí. Es probable que el Éxodo pertenezca a un tiempo de cien a ciento cincuenta años después.hasta la migración a Egipto.

4. Período de esclavitud, desde el 1706 al 1491 a.C. Desde la migración a Egipto hasta el Éxodo. 5. Período de andar errantes en el desierto, desde el 1491 al 1451 a.C. Desde el Éxodo hasta el cruce del Jordán.
6. Período de la conquista, desde el 1451 al 1400 a.C. Desde el cruce del Jordán hasta la muerte de Josué.
7. Período de los jueces, desde el 1400 hasta el 1095 a.C. Desde la muerte de Josué hasta la unción de Saúl como rey.
8. Período del reino unido, desde el 1095 al 975 a.C. Desde la unción de Saúl como rey hasta el ascenso de Roboam al trono.

9. Período de los dos reinos, desde el 975 al 722 a.C. Desde el ascenso del Roboam al trono hasta la caída de Samaria.
10. Período de Judá como reino solo, desde el 722 al 586 a.C. Desde la caída de Samaria hasta la caída de Jerusalén.
11. Período del exilio, desde el 586 al 536 a.C. Desde la caída de Jerusalén hasta el regreso del cautiverio bajo el liderazgo de Zorobabel. 12. Período del postexilio, desde el 536 al 400 a.C. Desde el regreso del cautiverio bajo el liderazgo de Zorobabel hasta el cierre del canon del Antiguo Testamento. ¦ Los temas de los libros del Antiguo Testamento Génesis: El libro de los comienzos Éxodo: Desde la esclavitud hasta el establecimiento de la nación Levítico: Leyes, leyes, leyes Números: El vagar en el desierto Deuteronomio: Un avivamiento en las llanuras de Moab Josué: El cumplimiento de la promesa de la tierra Jueces: Cuando todos hacían lo que les parecía correcto ante sus ojos Rut: La lealtad del amor
1 Samuel: Un tiempo de transición
2 Samuel: Un tiempo de transición
1 Reyes: Profetas y reyes
2 Reyes: Profetas y reyes
1 Crónicas: Sacerdotes y reyes
2 Crónicas: Sacerdotes y reyes
Esdras: Los dos primeros regresos de los cautivos —la reconstrucción del templo y reformas
Nehemías: La reconstrucción de la ciudad de Jerusalén
Ester: La salvación de los judíos de la destrucción
Job: ¿Por qué sufren los justos?
Salmos: El himnario judío
Proverbios: Palabras para la vida sabia y llena de recompensas
Eclesiastés: “¿Cuál es el propósito del ser humano?”
Cantares: Lo amoroso del amor
Isaías: El profeta mesiánico
Jeremías: El profeta llorón
Lamentaciones: Cinco cánticos de tristeza
Ezequiel: El profeta junto al río Quebar
Daniel: El profeta de propósito, oración y profecía
Oseas: El profeta cuyo hogar se desintegró
Joel: El profeta de la plaga de langostas y de Pentecostés
Amós: El profeta de la justicia social y del estilo literario
Abdías: Edom, Edom, Edom
Jonás: El profeta prejuiciado
Miqueas: el profeta de los pobres y de los juegos de palabras
Nahum: El canto fúnebre para Nínive
Habacuc: El profeta del “con todo”
Sofonías: El profeta de la linterna del juicio (1.12)
Hageo: El profeta del período del Postexilio de la exhortación literal
Zacarías: El profeta del período del postexilio de la exhortación simbólica
Malaquías: El profeta que tenía la última palabra, la palabra de Dios para el fin de la era.

No Response to "02-Introducción"