martes, 9 de marzo de 2010

01-La iglesia, según el modelo del Nuevo Testamento

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La iglesia, según el modelo del Nuevo Testamento

Paul Rogers
Esto es lo que Hebreos 8.5, dice: “… como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte”.

Todo estudiante de la Biblia recuerda que cuando Moisés estuvo en el Monte Sinaí, a él se le mostró el modelo para la morada del tabernáculo. Se le especificaron las dimensiones, su diseño y los materiales que debía usar. Luego el Señor le dijo: “Mira, haz todas las cosas conforme al modelo”. Se trataba del lugar en el cual Dios tendría un singular encuentro con su pueblo.



¿Puede usted pensar en alguna cosa que valiera la pena y que se haya hecho sin haber tenido un modelo? Una casa se construye y llega a ser un gran edificio, el cual es admirado por generaciones; pero ella tuvo que haber existido primero en la mente de un dueño y en los documentos de un contratista.

Una de las cosas más maravillosas que usted verá en su vida es el cometa Halley. Cuando se vio la última vez, abarcaba casi la mitad del firmamento. Su cola abarcaba desde el horizonte hasta casi el centro del firmamento. Se le llama cometa Halley porque a finales de los 1600, y a principios de los 1700, un astrónomo llamado Sir Edmund Halley, un amigo y colaborador de Sir Isaac Newton, comenzó a estudiarlo. Él observó que había aparecido en 1606. Comenzó a notar, a medida que examinaba la historia —hasta el 240 a.C.— que cada setenta y seis años fue visto en el firmamento. Aunque en realidad no lo vio, predijo que cuando llegara el año 1758, el cometa estaría aquí nuevamente, y así fue. Fue el hombre que descubrió que existe un modelo en los cielos, que aun las estrellas del firmamento no se mueven sin rumbo. Todo lo que Dios hace, lo hace según un modelo. Lo mismo sucede con la Biblia. A Noé se le mandó que construyera un arca, pero había un modelo definido. El arca debía ser hecha de cierto tipo de madera, de madera de gofer. Debía construirse de cierta longitud, anchura y altura. Debía tener una puerta y una ventana. Esto es lo que Génesis 6.22 dice: “Y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó”.

A Caín y Abel, los dos primeros adoradores de los que leemos en la historia del mundo, se les dio un modelo por el cual debían adorar. Esto es lo que Hebreos 11.4 dice: “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo,…” Abel fue aceptado porque adoró según el modelo de Dios.
Un modelo divino está funcionando en la iglesia. Debemos tener cuidado en hacer todas las cosas según el modelo.

PARA LA OBEDIENCIA AL EVANGELIO

En primer lugar, se ha dado un modelo para la obediencia al evangelio. Lo que usted hallará en Hechos, es que en el tiempo posterior al momento en que se dio la gran comisión, a toda persona que habría de seguir a Cristo, se le mandó que crea que en él, se arrepienta de sus pecados, confiese que cree, y sea bautizado. Éste es el modelo.
Sé del malhechor que murió en la cruz. Pero él murió en un tiempo anterior al momento en que se dio la gran comisión. Después de que Cristo fue resucitado, él dio la gran comisión la cual dijo que habría de durar “hasta el fin de mundo” (Mateo 28.20). Todos aquellos, de los cuales leemos en Hechos, después de aquel tiempo, siguieron ese mismo modelo. Los tres mil de los que habla Hechos 2, creyeron en Cristo y se les dijo: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados” (Hechos 2.38). Esto es lo que leemos: “Y el Señor añadía cada día a la iglesia…” (Hechos 2.47); “… y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía” (Hechos 11.26). En Hechos 8, un etíope, al creer en Cristo, fue bajado al agua después de confesar su fe y fue bautizado. En Hechos 9, Saulo de Tarso, al ver al Señor y arrepentirse de sus pecados, se le ordenó que se levantara y se bautizara para lavar sus pecados. En Hechos 10.48, Cornelio, al creer en el Señor y al querer ser justo, se le ordenó que se bautizara. En Hechos 16, un carcelero de Filipos, al creer en Cristo y arrepentirse de sus pecados, fue bautizado la misma noche en que lo anterior sucedió. Usted no hallará ni la más leve desviación en ninguno de los veintiocho capítulos de Hechos.
Esto es lo que leemos: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10.17); “… sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11.6); “Dios… ahora manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan” (Hechos 17.30);
“… con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10.10). “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6.4). Ése es el modelo.

¿Qué, pues, se nos instruye que hagamos? Se nos dice que hagamos, en primer lugar, lo que él dijo que hay que hacer. En segundo lugar, se nos dice que hagamos lo que él dijo que hay que hacer de la forma que él dijo que hay que hacerlo. En tercer lugar, se nos dice que hagamos lo que él dijo que hay que hacer de la forma que él dijo que hay que hacerlo, por las razones que él dio para hacerlo.
Suponga que Dios me dijera: “Paul Rogers, vete al sur a trabajar”. Si yo fuera al norte a trabajar, lo habría desobedecido. Si me dijera: “Vete al sur y trabaja en una fábrica”, y yo fuera al sur, a trabajar en una finca, todavía lo habría desobedecido. Y si me dijera: “Vete al sur, a trabajar en una fábrica y haz dinero, pero da el dinero a la iglesia”, y yo fuera al sur, a trabajar en una fábrica, e hiciera dinero, pero le diera el dinero a la Cruz Roja, todavía lo habría desobedecido. Debo hacer lo que él dice que haga: Ir al sur. Trabajar en una fábrica, y debo hacerlo para el propósito que él dio: para hacer dinero y darlo a su iglesia. Debo ser bautizado. Debo ser bautizado de la manera que él dijo: sepultado por el bautismo. Debo ser bautizado para el propósito que el dio: para lavar mis pecados.

PARA LA ADORACIÓN
Hay un modelo divino para la adoración. “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4.24). Pero suponga que yo dijera: “Quiero adorar en espíritu. Quiero que todos nos entusiasmemos y nos llenemos de alabanza y gozo, pero no estoy particularmente interesado en la verdad, sólo en el espíritu”. Dios dijo que hemos de adorarle tanto en espíritu, como en verdad.

Dios nos dio un modelo de oración. En
1 Corintios 14, y en Hechos 2.42, leemos acerca de lo que la iglesia ha de hacer en oración.
Dios tiene un modelo para participar en la cena del Señor: “Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa…” (1 Corintios 11.26); “El primer día de la semana…” (Hechos 20.7). No solamente el Nuevo Testamento confirma que la iglesia primitiva participaba de la cena del Señor cada domingo, también el testimonio de la historia de la iglesia lo confirma. Hay un modelo para el dar de nuestro dinero para la obra del Señor. 1 Corintios 16.2, dice: “Cada primer día de la semana…”.

Dios tiene un modelo para predicar su palabra. Hechos 20.7 dice: “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba…”.
Un modelo divino para el cántico y el hacer melodía en nuestros corazones ha sido dado. Sólo unas pocas referencias a la música, en la iglesia, se encuentran en el Nuevo Testamento; pero todas se refieren a la música vocal: “hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones” (Efesios 5.19); “… cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales” (Colosenses 3.16); “… cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento” (1 Corintios 14.15). Cualquier cosa que le añada a esto es conjetura. Debemos seguir el modelo.

Para mí, el que yo le diga que venga al servicio de adoración y que tendremos un enorme órgano para llenar la asamblea, con un sonido melodioso, sería erróneo. Por casi mil años después de Cristo, nadie se atrevió a decir que eso era adoración. El modelo que se ha dado es que hemos de cantar y hacer melodía en nuestros corazones al Señor.

PARA EL GOBIERNO DE LA IGLESIA

Es un modelo divino el que se da para el gobierno de la iglesia. La gente sostiene toda clase de posiciones religiosas para las cuales no hay modelo. En la Biblia no se encuentran papas, ni cardenales, ni arzobispos, ni patriarcas. Los hombres están de pie ante otros hombres y se refieren a ellos con títulos religiosos que no tienen asidero en la Escritura.

Todo lo que podemos encontrar en el Nuevo Testamento son los ancianos y diáconos. Podemos leer acerca de ellos en 1 Timoteo 3 y Tito 1. Los ancianos también son llamados obispos. Las palabras se usan para referirse al mismo oficio, en 1 Timoteo y en Tito. Cuando uno ha dicho ancianos y diáconos, ya ha mencionado toda la organización que tiene la iglesia del Nuevo Testamento. Esto es lo que leemos: “Y constituyeron ancianos en cada iglesia,…” (Hechos 14.23).

Suponga que yo debiera decir que vamos a nombrar a un director de pista. Suponga que vamos a seleccionar a uno de los hombres más entusiastas de esta iglesia, y que éste va a convertirse en el director de pista de Dios en esta iglesia. Usted me detendría y me diría: “¿De dónde tomaste tal idea? ¿En dónde leíste jamás de un director de pista en la Biblia?”. Yo le diría: “En el mismo versículo que usted leyó acerca de un arzobispo, el mismo versículo, en donde usted encuentra un papa, el mismo versículo en el que usted encuentra un patriarca”. La única organización que la iglesia tiene es la que forman los ancianos y los diáconos.

Esto es lo que Gálatas 1.8, dice: “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema”.




CONCLUSIÓN

Hace varios años, uno de nuestros misioneros en el medio oriente, hablaba acerca del viajar por aquella parte del mundo. Dijo que estaba con un grupo de personas una vez en el campo. Como no estaban seguros de la dirección que debían tomar, detuvieron a un hombre y le preguntaron: “¿Es éste el camino a esta ciudad?”. El hombre respondió afirmativamente: “Éste es el camino”. Pero después de varios kilómetros de andar, el misionero dijo:
“Nos dimos cuenta, no sólo que estábamos en el camino equivocado, sino que íbamos en dirección opuesta a la que nos habíamos propuesto”. Así que le preguntaron a un hombre del pueblo: “¿Por qué nos habría dicho: ‘éste es el camino’, cuando está totalmente en dirección contraria?”. Él dijo: “En esta parte del mundo, especialmente, cuando usted trata con un extranjero, se considera descortés decirle algo a una persona que ella no quiere oír. Uno tiene que estar de acuerdo con la persona, sea que esté en lo correcto o equivocada. Es un acto de descortesía el estar en desacuerdo con la persona”.

Más triste que esto es que un gran número de púlpitos deberían estar en desacuerdo con las personas, y deberían tener la valentía para decirles a aquellos a los cuales les están predicando: “No estás andando por el mismo camino que se da en el
Nuevo Testamento. Necesitan regresar y comenzar de nuevo y seguir el modelo”.

No es nuestro deseo ser el juez de los corazones de los hombres. Dios es el juez. Pero debemos tratar lo mejor que podemos, de seguir el modelo. Si fue importante para Moisés el hacer todas las cosas según el modelo, y para Noé el construir según el modelo, y si todo lo que hay en la tierra descansa en un modelo, ¿no debería yo seguir el modelo de Dios para la obediencia al evangelio, la adoración a Dios, y la organización de la iglesia?

T.B. Larimore, aquél que fue el más grande de los predicadores, según opinan los historiadores, cerraba casi todo sermón que predicara en campañas evangelísticas, de la misma manera. Considere ahora sus palabras: “Hermanos, tomen a Dios por su palabra, crean lo que él dice, obedezcan lo que ordena, esfuércense por ser tan sólo lo que él requiere, y déjenle los resultados a él”. ¦

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