sábado, 6 de junio de 2009

Declaración de Fe (Diciembre de 1931)

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Declaración de Fe (Diciembre de 1931)

A continuación se transcribe el documento de referencia, que fue presentado como anexo a la solicitud de registro ante la Secretaría de Gobernación en Diciembre de 1931:

I. NUESTRA CREENCIA
En nuestro sistema y plan de trabajo en la obra del Señor, descartamos la hipocresía, el fanatismo y la superstición, convencidos que sólo son factores o armas de especulación usados sin escrúpulos por las religiones impostoras que se disputan la superioridad del cristianismo; nuestro credo difiere de las teologías dogmáticas de las iglesias ortodoxa griega, católico romana y protestante (falsas doctrinas que se hacen llamar protestantes). Tampoco tenemos que ver con las teorías filosóficas de los hombres; nuestra creencia está más allá de las teologías sacerdotales y las filosofías humanas. Estamos ceñidos a la pureza y sencillez del cristianismo primitivo.

No usamos dogmas ni liturgias ceremoniales; solamente echamos mano de los siguientes medios de gracia que están a nuestro alcance para el culto y la alabanza a Dios:

1. Lectura reverente de la Biblia;
2. Melodías espirituales expresadas por medio del canto sincero, y
3. Oración ferviente elevada a Dios.
4. También usamos el testimonio espontáneo y manifestamos así nuestra gratitud.

Por tales motivos nuestra única regla de fe es Cristo y las Santas Escrituras; por eso, tanto los pastores como los miembros en plena comunión fraternal, tenemos y profesamos el mismo testimonio; es decir, creemos que Cristo es el único y suficiente Salvador, el Bautizador con el Espíritu Santo, el Sanador de los cuerpos mortales y el Rey de Paz que pronto vendrá a reinar en este mundo. Amén.

II. UTILIDAD DE LA CREENCIA CRISTIANA
En la presente época de apostasía y de manifiesto egoísmo, estando frente a serios problemas sociales, económicos y morales; en un tiempo cuando los conglomerados mundiales ya desengañados y defraudados en sus esperanzas de mejoramiento, no creen en nada ni en nadie, se vislumbran dos figuras: una guerra cruel y sanguinaria, el odio, las venganzas y el espantoso exterminio; la otra, entendimiento mutuo, igualdad, compasión y ternura para los humildes, amor y servicio los unos para con los otros.

Quienes eligen lo primero sólo saborearán inquietudes, sozobras y temores; los que eligen lo segundo, es decir, los que aceptan a Cristo, son almas felices y dichosas que ponen su confianza en Dios se levantan por encima de las miserias de este mundo y llegan a la condición de hijos de Dios. Tal es la utilidad de la creencia.

III. SOSTENIMIENTO PROPIO DE LA OBRA
Consideramos de suma importancia este punto, por ser la manifestación patente de un conjunto de voluntades y esfuerzos unidos para un fin práctico y definido en nuestro sistema y plan de trabajo en la obra que el Señor nos ha encomendado. Por tanto la base fundamental del sostenimiento de la obra no radica en la limosna, ni en el diezmo, ni en la venta de lo que algunas religiones llaman sacramentos, ni en la especulación de la doctrina.

Uno de los puntos más sobresalientes de nuestro Credo, es el cooperativismo cristiano, bien orientado a base de honradez, sinceridad y entusiasmo por el trabajo manual. Los pastores encargados de llevar el mensaje de salvación a las almas irredentas, no son gravosos a nadie; ante todo tiene medios lícitos de vivir honestamente porque cada cual desempeña trabajos a su alcance según el don con que Dios les ha dotado.

Así unos son profesionistas, otros artesanos, otros comerciantes que hacen intercambio de productos de un extremo a otro de la República y otros son trabajadores manuales. Sin embargo, todos persiguen una finalidad práctica: predicar el evangelio en nuestra amada patria, y no por avaricia o torpe ganancia sino por amor a las almas y a nuestro México.

Tal es la característica de los creyentes interesados en diseminar la doctrina santa de Cristo, suprema finalidad que se está realizando con ayuda de Dios y el esfuerzo unido de todos los que hemos asumido esta noble responsabilidad.

IV. FINALIDAD PRESENTE Y FUTURA
El sincero y ardiente deseo de la iglesia es y será que nuestros hermanos mexicanos conozcan las verdades eternas del evangelio y no solamente que los conozcan, sino que también lo vivan para dar evidente testimonio de que el evangelio de Cristo es potencia de Dios para salud de todo aquel que cree. Por tanto compenetrados en esta noble misión, asumimos nuestra propia responsabilidad como creyentes en Cristo y compatriotas mexicanos para ir de pueblo en pueblo, de casa en casa y de corazón a corazón, llevando a nuestros semejantes el mensaje glorioso de salvación. Rogamos a nuestro Señor se digne aceptar a nuestro humilde servicio.

Amén.

Josué Mejía, Anciano Director
Heliodoro Flores, Anciano Gobernante

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