jueves, 4 de junio de 2009

RUBÉN

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RUBÉN
Los padres suelen ser los mejores jueces del carácter de sus hijos. Jacob resumió el carácter de su hijo Rubén al compararlo con el agua. Excepto cuando está congelada, el agua no tiene una forma estable propia. Siempre se amolda al recipiente o al ambiente.

Rubén por lo común tenía buenas intenciones, pero le faltaba firmeza frente a los demás. Su inestabilidad propiciaba que no confiaran en él. Tenía valores públicos y privados, pero estos se contradecían. Colaboró con sus hermanos en su acción en contra de José esperando contrarrestar el mal en privado. El plan fracasó. Cuando uno transige con el mal destruye sus convicciones. Sin convicciones, la falta de dirección destruye la vida. El que durmiera con la concubina de su padre demuestra cuán poco le quedaba de aquella integridad que tenía al principio de su vida.
¿Qué tan firme es su vida pública y privada? Podemos pensar que están separadas, pero no podemos negar que una afecta a la otra. ¿Qué convicciones están presentes en su vida en todos los momentos? ¿Se asemeja la descripción que Jacob hizo de su hijo a usted: «impetuoso como las aguas»?
Puntos fuertes y logros:
•Salvó la vida de José al convencer a sus hermanos de que no lo mataran
•Mostró un intenso amor por su padre al ofrecer a sus propios hijos como garantía de que se respetaría la vida de Benjamín
Debilidades y errores:
•Se rendía con facilidad ante la presión de un grupo
•No protegió directamente a José de sus hermanos, aun cuando como hermano mayor tenía la autoridad para hacerlo
•Durmió con la concubina de su padre
Lecciones de su vida:
•La integridad pública y la privada tienen que ser igual, o una destruirá a la otra
•El castigo del pecado puede no ser inmediato, pero llega
Datos generales:
•Dónde: Canaán, Egipto
•Ocupación: Pastor
•Familiares: Padres: Jacob y Lea. Once hermanos y una hermana
Versículos clave:
«Rubén, tú eres mi primogénito, mi fortaleza, y el principio de mi vigor; principal en dignidad, principal en poder. Impetuoso como las aguas, no serás el principal, por cuanto subiste al lecho de tu padre; entonces te envileciste, subiendo a mi estrado» (Génesis 49.3, 4).
La historia de Rubén se relata en Génesis 29–50.

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