jueves, 4 de junio de 2009

MOISÉS

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MOISÉS
Algunas personas no pueden mantenerse alejadas de los problemas. Cuando surge un conflicto, siempre se las arreglan para estar cerca. La reacción es su acción favorita. Este era Moisés.

Parecía arrastrado siempre a lo que necesitaba ser enderezado. A lo largo de su vida respondía de la mejor o de la peor manera a los conflictos que lo rodeaban. Aun la experiencia que tuvo con la zarza ardiente era una ilustración de su carácter. Al descubrir el fuego y ver que la zarza no se consumía, tuvo que investigar. Ya sea que se lanzara a pelear para defender a un esclavo hebreo o tratara de servir como árbitro en un pleito entre dos parientes, cuando Moisés veía un conflicto, reaccionaba.
A través de los años, sin embargo, algo sorprendente sucedió en el carácter de Moisés. No dejó de reaccionar, sino que aprendió a hacerlo de manera correcta. La acción calidoscópica que sucedía a diario al viajar dos millones de personas por el desierto, fue un reto más que suficiente para la capacidad de respuesta de Moisés. La mayor parte del tiempo era realmente un mediador entre Dios y el pueblo. En una ocasión tuvo que responder a la ira de Dios por la necedad y el olvido del pueblo. En otra ocasión, tuvo que reaccionar a los altercados y quejas del pueblo. Y aun en otra, tuvo que reaccionar ante los ataques injustificados contra su carácter.
El liderazgo requiere reacción. Aprender a reaccionar con instintos congruentes con la voluntad de Dios requiere que desarrollemos hábitos de obediencia a Él. Una obediencia congruente con Dios se desarrolla mejor en tiempos de mayor estrés. Luego al llegar el estrés, nuestra reacción natural es obedecer los deseos de Dios cuando nos enfrentamos a una situación difícil.
En nuestra era, donde se están reduciendo las normas morales, encontramos casi imposible creer que Dios castigaría a Moisés por la única ocasión en que desobedeció totalmente. Sin embargo, lo que no podemos ver es que Dios no rechazó a Moisés; simplemente él mismo se descalificó para entrar en la tierra prometida. La grandeza personal no hace inmune a una persona de cometer errores o de enfrentarse a sus consecuencias.
En Moisés vemos una personalidad sobresaliente moldeada por Dios. Pero no debemos perder de vista lo que Dios realmente hizo. No cambió quién o qué era Moisés; Dios no le dio nuevas habilidades y fortalezas. Mas bien, tomó las características de Moisés y las moldeó hasta que pudieran encajar en su propósito. ¿Establece eso alguna diferencia en su comprensión del propósito de Dios para su vida? Él trata de tomar lo que creó en primer lugar y usarlo para los planes que se propuso. La próxima vez que usted hable con Dios, no le pregunte «¿En qué debo transformarme?», sino «¿Cómo podría usar mis propias habilidades y puntos fuertes para hacer su voluntad?»
Puntos fuertes y logros:
• Educación egipcia; entrenamiento en el desierto
• El más grande líder judío; puso en movimiento el éxodo
• Profeta y legislador; registró los Diez Mandamientos
• Autor del Pentateuco
Debilidades y errores:
• No pudo entrar a la tierra prometida por su desobediencia a Dios
• No siempre reconoció y usó los talentos de otros
Lecciones de su vida:
• Dios prepara, luego utiliza, su programa es para toda la vida
• Dios hace sus más grandes obras a través de gente débil
Datos generales:
• Dónde: Egipto, Madián, desierto de Sinaí
• Ocupación: Príncipe, pastor, líder de los israelitas
• Familiares: Hermana: María. Hermano: Aarón. Esposa: Séfora. Hijos: Gersón y Eliezer.
Versículos clave:
«Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado» (Hebreos 11.24, 25).
La historia de Moisés se relata en los libros de Éxodo hasta Deuteronomio. Además se lo menciona en Hechos 7.20–44 y Hebreos 11.23–29.

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